Año 7 / Edición XLX / Nacional / 06-12-2021 / ISSN 2422-7226
Por el equipo editor del Observador Central
Más allá de la aberrante situación, y el dolor propio de la misma, es necesario que evaluemos los pasos seguidos por nuestra sociedad, el morbo que se produce alrededor del dolor ajeno, la humillación a la que se expone a las mujeres y la velocidad y liviandad con las que las juzgamos.
El pasado 26 de Noviembre todos nos horrorizábamos con los titulares por la violenta muerte de Lucio Dupuy, un niño de 5 años, en la Pampa, los diarios digitales expusieron las caras de sus agresoras sin ningún tipo de reparo. Aquí hubo juicio y castigo inmediato, detención, y hasta análisis del “recibimiento” que tuvieron en la unidad de detención a la que fueron llevadas ambas acusadas.
A medida que transcurren los días comienzan a aparecer pruebas, videos, las opiniones se van confirmando o descartando… el tiempo corre pero ¿qué sucede con los jueces detrás de cada teclado que, sin ningún tipo de reparo, denigran a quien los medios masivos de comunicación indirectamente acusan? La respuesta es NADA, no hay ningún tipo de sanción para aquellos que alimentan el odio desmedido, que violentan a las víctimas y a los victimarios en igual proporción.
Vivimos en una sociedad que a cada paso busca acelerar los procesos de juicio, casi volviendo a la inquisición en donde solo bastaba el rumor para ser condenados. En pos de los avances tecnológicos estamos sedientos de soluciones veloces pero es necesario preguntarse cuál es el medio o la intención que persiguen las personas que buscan hacer todo rápido.
En nuestra provincia y en muchas otras hemos normalizado pertenecer a grupos, en redes sociales, de “Escraches”, “Atención zorros”, Operativos poli”, etc. Seguimos a quienes denuncian de manera sistemática todo lo que creen debe ser denunciado, sin ningún respaldo, a veces, y se lo toma como verdad, y a pesar que muchas veces son ignorados, el estigma queda.
Podríamos representarlo en la cada vez es menor la opción de los ciudadanos por una a participación activa en diferentes ámbitos sociales, deportivos, civiles, profesionales, etc. Que conozcan y defiendan sus derechos, mucho menos los derechos colectivos. Podríamos tomar como ejemplo la baja participación en los comicios electorales, pero todo esto tiene un origen, la pérdida de la credibilidad, todos creen todo, pero nadie cree nada en realidad.
Los hechos deben ser juzgados, deben tener un análisis basado en las pruebas, y el proceso no debe ser manchado con juicios de valor individuales, que no aportan nada, retomamos un planteo presentado por este portal, las redes sociales son escenarios de lucha social, no lo manchemos, cuidemos los espacios donde podemos ser un actor más que defiende o acusa con pruebas, ante la inacción o corrupción de las instituciones, no vaciemos de sentido en campo de batalla por hacerlo más rápido.