Caleta Olivia, 01/09/14. Debates entre monetaristas o neoliberales, o liberales y estructuralismo.
1.- Estas 2 concepciones rivales que han tomado diversos nombres a través del tiempo son interesantes de contraponer para entender como explican cada una el fenómeno inflacionario y extraer conclusiones, teniendo en cuenta la política económica. Adicionalmente, el gobierno parecería inclinarse preferentemente por una mientras que la oposición estaría en la otra o cercana a ella.
2.- La denominada posición monetarista (que ha sufrido cambio de nombres y leves variaciones de los instrumentos utilizados) se puede resumir en tres proposiciones.
a) La inflación es originada por un exceso general de la demanda en los mercados de bienes y servicios generada por una expansión demasiado rápida de la oferta monetaria con respecto a las necesidades reales de los negocios. Acá hay que puntualizar muy claramente que se entiende por oferta monetaria (debate técnico: M1, M2, etc.). Se trata por lo tanto visto de un desequilibrio global entre la oferta y la demanda de dinero, visto desde otra perspectiva.
b) Los monetaristas no sólo condenan a la inflación como perjudicial para el crecimiento sino que afirman que el crecimiento es el resultado de la estabilidad del nivel de precios.
c) Consideran que la política monetaria, entendida como control de la cantidad de dinero, es el instrumento apto para alcanzar y mantener la estabilidad. Pero ojo, no sólo se alude a las medidas del banco central sino a que una emisión excesiva puede originarse en la situación del mercado cambiario o en el estado corriente del presupuesto (medidas relacionadas con el gasto público, los ingresos fiscales, la administración de la deuda pública, el ajuste del balance de pagos y, en general, las diversas vías a través de las cuales el Estado influye sobre la oferta monetaria).
3.- La teoría estructuralista también puede ser definida por 3 proposiciones:
a) La verdadera causa de la inflación no debe buscarse en un desequilibrio entre la oferta y la demanda sino en desajustes sectoriales que afectan a productos determinados. La insuficiencia de oferta de tales productos se traduce en alzas de precios individuales, que luego se generalizan por su influencia sobre el costo de producción de otros bienes o por su relación con el nivel del costo de vida y la tasa real de salarios. Las causas son la rigidez de la estructura productiva y las imperfecciones del mercado (competencia imperfecta y oligopolios) y no las decisiones de la autoridad monetaria.
b) Los estructuralistas señalan que el crecimiento y la estabilidad son incompatibles entre sí. El crecimiento trae desajustes parciales que originan alzas de precios directos e indirectos que se propagan de una manera general. Para esto pensadores, el crecimiento económico entraña siempre, en mayor o menor grado, una tendencia ascendente del nivel de precios. Una posición extrema de esta escuela, muy comentada por los ultra K es: “la inflación no sólo es un efecto necesario del crecimiento sino que resulta además favorable al crecimiento”; otros de la misma escuela sostienen: “el crecimiento es incompatible con la estabilidad si no se realizan las transformaciones institucionales necesarias para dar flexibilidad al sistema productivo.”
c) En cuanto a la política monetaria, la consideran impotente para estabilizar la economía. La política monetaria carece de fuerza contra los factores no monetarios que impulsan la inflación.
4.- Los hechos que los monetaristas señalan como causa de la inflación son considerados como efectos por los estructuralistas y viceversa.
Por lo tanto, en los países de América Latina con procesos de inflación persistente se ha dado una y otra vez una alternancia más o menos periódica de los síntomas correspondientes a los dos tipos de inflación analizados.
Esta alternancia guarda una gran relación con las fluctuaciones económicas generales en los respectivos países. En consecuencia tendríamos ciclos inflacionarios consecutivos compuestos por una fase de inflación monetaria seguida por una fase de inflación estructural. En los períodos de expansión económica la inflación monetaria se agrega a los aumentos de la inflación por motivos estructurales y al revés en los períodos de deflación.
5.- Una adecuada política de inversiones en capital básico eleva la tasa de crecimiento compatible con cualquier volumen de inversión. Al mismo tiempo, mejora la flexibilidad estructural y la capacidad de ajuste del sistema económico, reduciendo para cada tasa de crecimiento el exceso de inversiones sobre la suma de los ahorros. Es decir, que aparte de su efecto sobre los factores no monetarios de la inflación coopera con la política monetaria en lo que se refiere al equilibrio global entre oferta y demanda.
No es difícil darse cuenta que la inflación estructural depende de la “inflexibilidad descendente” de los precios, pero el grado de flexibilidad de los precios no es extraño a la situación de liquidez a la que esté acostumbrada a operar la economía. La movilidad de capital líquido puede compensar perfectamente la falta de movilidad de otros factores de producción en el ajuste de la oferta.
6.- Concluyendo, en un país como Argentina la inflación no es un problema coyuntural como en cualquier país desarrollado del mundo, sino que también es un fenómeno estructural que requiere cambio de estructura.
La Argentina tiene que plantearse la solución a su endémica inflación, que siempre retornó con medidas de corto plazo y medidas de largo plazo. Desde el 2003 hasta la actualidad (en realidad hasta el 2008), se aprovechó muy bien el piso (mejor sería decir el subsuelo) donde estaba situada la economía, para crecer a tasas asiáticas y con tasas de inflación “manejables”.
Terminada esa etapa nada se hizo, con lo cual volvieron las “oscuras golondrinas”. Esto es lo que permite que un ex – Ministro de Economía, un diputado del Pro procesado (aunque ahora con fueros) y otro ex Ministro vuelvan a tener chance de opinar en selectos auditorios de economía. Cuando el paso del tiempo y las crisis que generaron y agudizaron los debería mantener en un prudente silencio.
Por Oscar Olivero (Colaboración Especial LGI & Asociados – Informes Reservados)