Habiendo transcurrido recientemente el Día del Trabajador, y a casi 25 años de la privatización de la empresa estatal YPF, no podemos dejar de destacar que en esta semana, en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, se ha sancionado la Ley que compensa monetariamente a los extrabajadores de YPF por los daños ocasionados producto de las políticas privatistas de los años ´90 y que condujo a la interrupción de sus trayectorias laborales y con ello sus proyectos de vida. Esta Ley, que para muchos llegó tarde, no deja de ser una reivindicación a la lucha de los trabajadores del petróleo y el ejemplo de la defensa y sostenimiento de una “identidad ypefiana” y los valores de los extrabajadores que no negociaron sus derechos.
(Año 1/ Edición Nro. 44/ 4 de Mayo de 2015/ Provincia de Santa Cruz). Una frase popular dice “Persevera y triunfarás”. El hecho político ocurrido esta semana en donde la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en Ley, -con el voto unánime de los 214 Diputados Nacionales presentes en el recinto- , el proyecto de Ley 7027-D-2010 titulado “Ex Trabajadores de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Sociedad Anónima – YPF SA. Régimen de Resarcimiento económico siempre que no se hayan adherido al Programa de Propiedad Participada”, comprobó la realidad de la misma en la historia de los trabajadores petroleros de la Nación.
Esta Ley propone un resarcimiento económico, es decir una compensación o indemnización monetaria a los extrabajadores y a sus derechos habientes, sus herederos, por haberles causado un daño, gasto o pérdida. Daño producido abruptamente por la interrupción involuntaria de sus trayectorias laborales. Pérdida ocasionada en los principios que organizaban sus trayectorias vitales como “trabajadores petroleros”. Daños y pérdidas que afectaron a muchas personas que en ese momento, dado que oscilaban entre los 40 y 55 años de edad, eran todavía personas activas en el mercado laboral regional.
¿Qué enseñanza nos deja este hecho político actual, en un contexto de próximas elecciones nacionales, ocurrido a casi 25 años de la privatización de la empresa estatal – que generó el derecho a reclamo de los exagentes de YPF que esta Ley viene a compensar, y a casi 4 años de la renacionalización de parte del capital de la empresa privada, proceso llevado a cabo por el actual gobierno nacional?.
Nos deja la enseñanza de la perseverancia de nuestros mayores. Quienes se embarcaron en una lucha de más de 20 años, comandada por un pequeño puñado de exagentes de la empresa estatal, que iniciaron tímidamente en el momento mismo de la privatización de la empresa –ocurrida en 1992- y que de a poco, fue sumando voluntades de otros exagentes, de sus esposas y más recientemente, de sus hijos y nietos. En la Zona Norte de Santa Cruz, deben estar recordándose en estos días las reuniones organizadas por el dirigente “Lito” Reinoso, -ya fallecido y que no pudo ver el rédito de su lucha- allá por los últimos años de la década del ’90, reuniendo a todos aquellos extrabajadores que habían sido expulsados de la empresa estatal sin que se les reconocieran los derechos correspondientes al Programa de Propiedad Participada, que el mismo pliego de la privatización de la empresa generaba para que sus empleados accedieran a parte de su capital social. También deben estar en el recuerdo, las luchas más recientes de los Exagentes Autoconvocados, que con su accionar de concientización a través de cortes de ruta y panfleteadas, mantuvieron viva la llama de la reivindicación identitaria de su “ser ypefiano”.
¡Cuántas reuniones con ex-trabajadores de otras localidades petroleras se fueron organizando en distintos puntos del país!. Todas con el mismo propósito de defender los derechos adquiridos, de luchar por la identidad de la ex-empresa estatal, de insistir en su pertenencia a una forma de vivir, “la familia ypefiana”. Todas recuperando los lazos de hermandad de la pertenencia a la “empresa madre” y al mismo tiempo también poniendo en evidencia las diferencias entre las distintas regiones del país y sus formas de enfrentar la lucha, que no estuvo exenta de divisiones y fraccionamientos a través del largo tiempo transcurrido.
Estos días, en coincidencia casual con el Día del Trabajador, no pueden hacernos olvidar a aquellos que ya no están para poder ver el fruto de su pequeño pero insistente accionar de lucha colectiva y nos tiene que llevar a la reflexión honrosa respecto de cómo, nuestros “viejos ypefianos” llevaron adelante lo que siempre supieron hacer: perseverar en su quehacer en el marco de la “cultura del trabajo”, que en la actualidad se encuentra en detrimento frente a la “cultura del subsidio” con la cual se pretende remediar la situación productiva nacional de estos últimos tiempos. Que la humilde enseñanza de nuestros mayores, nos oriente en el devenir, reconociendo que “la única lucha que no se pierde, es la que no se abandona”.
Por Alicia Milone para Observador Central.