A 131 años de su fundación, nadie puede discutir que la actividad pesquera ha sido motor de su desarrollo económico local. Esta industria ha permitido la posibilidad de instalar otra industria local: la naval, conformada por pequeños talleres navales y un astillero para la reparación, mantenimiento y construcción de buques. En esta edición destacaremos uno de esos emprendimientos que ha motivado que la localidad se convierta en un sitio atractivo para el asentamiento industrial: El Astillero y Dique Co.Se.Re.Na.
(Año 2 / Edición Nro. 54 / 13 de julio de 2015/Puerto Deseado) La década de los ’90 fue escenario de una fuerte política nacional de promoción que motivaba a la radicación de la inversión extranjera, favorable esta a un nuevo orden mundial que impulsaba la liberalización de los mercados. En concordancia con esta política nacional, algunas comunidades ganaron y otras claramente perdieron. En el caso del gobierno santacruceño se intentó por entonces capturar parte de la inversión de capitales que generaron en el territorio distintas situaciones locales.
Por entonces, una de las características que siguió a las inversiones fue comenzar a orientar a través del gasto público provincial la concreción en obras de infraestructuras que apoyaran las condiciones para un proceso de industrialización. En relación a la inversión pesquera cabe destacar que esta comienza a asentarse en Puerto Deseado en la década de los ´80, pero adquiere su auge en los ’90 en donde las condiciones del mercado internacional favorecían al sector generando importantes tasas de ganancia.
Entrevistamos a Antonio Torresin, accionista y presidente del Astillero y Dique Co.Se.Re.Na (Complejo de Servicios y Reparaciones Navales) y presidente de la Federación de la Industria Naval. Su testimonio traído al presente da muestras de cómo desde el plano local se articuló con contexto internacional y provincial. El astillero, de capital privado, guarda así estrecha relación con la política provincial de aquel entonces y es ejemplo de un emprendimiento que permitió posicionar a la ciudad como un importante centro para el desarrollo de la actividad pesquera y portuaria.
Hablando de potencialidades locales…
Cuando consultamos a Don Antonio Torresin acerca de los orígenes de este emprendimiento nos comenta que atento a la demanda insatisfecha de servicios de reparación y mantenimiento del sector pesquero y la inexistencia de oferta regional fue que decidieron fundar esta empresa en la década de los ´90. “Esa inversión se hacía en otros lugares donde podían tener ese tipo de servicios como en Bahía Blanca, Buenos Aires, Mar del Plata, o en algunos casos que se iban al sur y hacían estas reparaciones en Punta Arenas (Chile). Entonces indudablemente crecía la oportunidad de realizar ese tipo de servicios…”
Hoy, el astillero local emplea de forma directa entre 70 y 80 puestos de trabajo. Además deben considerarse los empleos indirectos que se generan a partir de la subcontratación de servicios de talleres navales locales, por lo cual este complejo es uno de los principales generadores de empleo local “Este astillero fue el primero en la Patagonia, en toda la Patagonia argentina no había un astillero ni de construcción ni de reparaciones, esto fue un hito muy importante para nosotros”.
Torresin nos relata que uno de los momentos más importantes para el emprendimiento fue cuando se les encomendó la construcción de un barco pesquero, el Tabeiron III, “Para nosotros esto fue un salto muy importante ya que fue el primer buque pesquero que se construyó en la patagonia, fue un hito importante para la historia de la comunidad y para el propio astillero que permitió cumplir los dos objetivos reparación y construcción”.
Este astillero representa y ha representado para Puerto Deseado una alternativa de crecimiento y desarrollo, pero nos comenta Torresin que aun falta discutir una agenda que permita que la industria naval en la República vuelva a ser aquella que fue en la década del ´70. En relación a su situación actual nos expresa “hoy estamos trabajando en un 15 – 20% de nuestra potencialidad. Nos comenta durante la entrevista, que es necesario se generen incentivos promocionales desde el Estado Nacional para que esta industria pueda ser aprovechada en su máximo potencial ya que este problema de capacidad ociosa es común a todo el sector.
Industria pesquera: el principal cliente…
“Nuestra actividad tiene paralelismo directo con la industria pesquera, porque es nuestra principal cliente”. En el relato Torresin describe como ha sido transitar esta última década de altibajos que ha tenido el sector y como ha repercutido esto en la actividad propia del astillero. “En el año 2004/2005 la actividad pesquera estaba floreciente, teníamos 300 empleos directos más todos lo que se movían alrededor como empleos indirectos”.
Su vinculación con la industria ha sido vital para el desarrollo de este emprendimiento y para la generación de nuevos puestos de trabajo en la comunidad, Torresin manifiesta que “hubo una excelente relación con las empresas pesqueras desde el momento en que iniciamos la actividad. Hubo empresas que confiaron en nosotros como en el caso de Vieira, confiaron en encargarnos el primer barco que se construyó en la Patagonia, cuando no teníamos experiencia, pero si la expertiz”.
Para cerrar la entrevista le consultamos como considera que el astillero complementa a la actividad portuaria local, por lo cual nos responde “somos un servicio auxiliar al puerto”. “Podemos aportar cargas que hoy no se están trabajando”. Pero sintetiza que todo esto solo podrá ocurrir cuando se fijen nuevas políticas de desarrollo nacional que intenten recuperar aquellos años de oro que tuvo la industria naval argentina.
En la historia del desarrollo de Puerto Deseado, son varios los capítulos que se han escrito describiendo los grandes momentos en los que la ciudad “ganó” y supo estar a la altura de las oportunidades. Sin lugar a dudas este emprendimiento vino para aportar nuevos puestos de trabajos, jerarquizar una ciudad de perfil industrial, cualificar mano de obra, ser escuela taller para los jóvenes de la Escuela Industrial de la mano de inversores que son locales.
Por Blanca Montes para Observador Central.