En esta ocasión reproducimos una nota del diario La Capital, publicada el 21 de Noviembre, y que ofrece una mirada del bullying como problemática social que se reproduce en la escuela, pero que tiene su origen en los aprendizajes anteriores. Todas estas ideas son planteadas siguiendo las palabras de Claudia Perlo, quien es investigadora del CONICET, dentro del área de Ciencias de la Educación.
(Año 2/ Edición Nro. 76/ 04 de Enero de 2016/ Rosario, Provincia de Santa Fe).
En el mundo se viven hechos de violencia de todo tipo y la educación no escapa de este flagelo, que ahora se conoce como bullying. «Lo agarraron de punto», «Es un poco raro, entonces los demás se ríen», «Dejen, son cosas de chicos», son las frases que se solían decir cuando un niño o adolescente era maltratado por sus compañeros en la escuela. «Creo que el valor de los trabajos de investigación que abordan el bullying es que desnaturalizan actos que solían tomarse como normales, y que producen serios y graves problemas a nivel de la afectividad» indica Claudia Perlo, investigadora del Conicet en el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (Irice, Conicet, UNR).
Claudia Perlo, directora del Área de Aprendizaje y Desarrollo Organizacional del Irice, lleva adelante sus investigaciones desde el punto de vista de la complejidad, perspectiva que busca superar las fragmentaciones y las dicotomías que plantean a alguien que produce violencia y alguien que la padece, por este motivo no estudia al bullying en particular. «En el capítulo «Nuevos desarrollos ontológicos y epistemológicos que mueven la ciencia moderna» de mi libro «Hacer ciencia en el siglo XXI» hago una síntesis de todos los fundamentos que abonan la teoría de la complejidad, que muestran que dar cuenta de las partes es insuficiente y que desde la perspectiva compleja, tenemos que entender la trama de un vínculo: no hay un victimario que se erija sin una víctima, y viceversa», señala la investigadora.
«Considerar como hechos aislados los casos de bullying, no mirar qué pasa alrededor, es tomar una postura positivista, dicotómica y creo que es peligroso quedarse parados en ciertos recortes de la violencia», indica Claudia Perlo, y agrega que este tipo de lecturas desde el punto de vista vincular nos siguen dejando en las dicotomías, en la fragmentación, que además producen más fragmentación y más violencia.
Juegos de poder. El concepto de poder, muy vinculado a los análisis de bullying, fue estudiado en profundidad por el grupo de investigación que dirige Perlo. Una de las conclusiones a las que llegaron es que el poder no es un objeto que alguien tiene y otro no, que el poder es un flujo, es un vínculo, en el cual hay un otorgamiento y una concesión. Inclusive aquel que se muestra como el acosador, es una persona que va a buscar en el otro al que hostiga la fuerza que no reconoce en sí mismo. «El opresor es una estructura lábil, una persona débil, que tiene baja autoestima, que no cree en su propia fuerza, entonces va a oprimir al otro, para sacarle la fuerza. Y ¿Cómo viene la fuerza del otro? Cuando yo logro tu miedo, vos me concedes poder y te sometes», afirma Perlo.
«El concepto de poder como fuerza interna está muy ligado a la autoridad, que para nosotros no tiene que ver con tener un cargo alto. Necesitamos reconocer en nosotros esa fuerza, ese dominio que tiene que ver más con un dominio personal que con dominar al otro, la cuestión está en ver cómo jugamos y cómo pulsamos en ese intercambio», explica.
No es algo nuevo. «Lo más violento que está ocurriendo hoy en la especie humana es el desencuentro, la fragmentación, que es lo que ocurre en el bullying, y que pasa de una manera más compleja y aún sin darnos cuenta. Quizás, en la vida diaria, estoy medio enfadada y te contesto mal. Esos actos violentos son más difíciles de desnaturalizar, y es, en esa sutileza en donde nosotros estamos trabajando, cuando hablamos de reaprendizaje de la afectividad para prevenir la violencia, referimos a una violencia que es más sutil y no menos profunda», señala con respecto a su abordaje científico la doctora Perlo.
«Mi preocupación cuando se ponen ciertos temas de moda en las conversaciones, como ahora el bullying, es que pasemos por alto otras formas de violencia, por ejemplo las que hay en nuestra forma de conversar: cuando converso y no te miro, cuando me hablas y no te escucho o miro para otro lado, cuando, como docente, lo que estás diciendo no entra dentro de lo que yo tengo para venir a contarte, entonces no podemos construir un «nosotros», por el cual podamos dar cabida a un proceso de «enseñanza-aprendizaje» reflexiona la investigadora.
Hacer para cambiar. Desde la perspectiva de la complejidad, desde la cual aborda su reflexión Claudia Perlo, señala: «Para que podamos entablar vínculos sanos, hay un largo recorrido para re-aprender la afectividad. Por ejemplo en relación al poder aprendimos ese vínculo dicotómico entre víctima y victimario, opresor y oprimido, ese poder que tenía que ver con la obediencia, con el control, con el sometimiento, en definitiva estamos atravesados por un paradigma, racionalista, newtoniano, positivista, donde el control sobre el otro es la más clara emergencia, de no tener control sobre mí, quizás sobre mí no tengo ningún tipo de control, pero quiero controlar al otro, y en el bullying en particular se busca controlar al otro, porque cuanto más fuerte soy yo, menos lo sos vos».
«Yo creo que una de las puntas del ovillo está en revisar los procesos de aprendizaje en el cual esto se produjo, porque el bullying no apareció mágicamente, este es uno de los resultados de la forma en cómo los humanos aprendimos a relacionarnos a lo largo de la historia, más que con lo emocional, tiene que ver fundamentalmente con la razón que pretende controlar. Revisar los procesos de aprendizaje por los cuales esto se produce y reparar la trama afectiva que se ha dañado», concluye la doctora Perlo.
Extraída de: http://www.lacapital.com.ar/ed_educacion/2015/11/edicion_286/contenidos/noticia_5004.html