(Año 4/ Santa Cruz/ 16-09-2019/ ISSN 2422-7226)
El Tribunal Superior de Justicia, máximo órgano del Poder Judicial de la provincia de Santa Cruz, creó la Oficina de Género.
Su función será “promover acciones que permitan a los diferentes actores del sistema de Justicia, reflexionar conjuntamente, para desterrar en toda práctica o relación, cualquier sesgo patriarcal que reproduzca desigualdad”. Allí solicitaron canalizar las gestiones para crear una Fiscalía destinada a la investigación de delitos de género y capacitaciones destinadas a operadores judiciales vinculadas a la interpretación de prueba en materia penal con perspectiva de género.
Con la resolución se apunta a «crear un espacio de promoción para el ejercicio de los derechos de la mujeres, incorporando en el hacer cotidiano el desarrollo de las tareas desde la perspectiva de género», por lo que el nuevo organismo no tendrá las funciones que tiene una Fiscalía especializada en la materia que sea la encargada de investigar los casos específicos.
La creación del organismo fue un pedido realizado en la sentencia por el transfemicidio de Marcela Chocobar, ocurrido el 6 de septiembre de 2015. Su muerte, sesgada por el odio y la violencia machista y patriarcal, fue investigada en un principio como un “homicidio simple”, pero a fuerza de la lucha incansable de la familia de Chocobar y con el apoyo de organizaciones feministas, la discusión se dio y hoy la causa de la muerte de Marcela fue su condición de mujer trans.
En un mismo día, la Legislatura santacruceña sancionó una ley que le va a permitir a las trabajadoras acceder al derecho de una licencia especial por ‘violencia de género’, una norma que garantiza que la víctima pueda ingresar al circuito administrativo y judicial que muchas veces representa largas horas de espera en pasillos y trámites, sin que ello se transforme en un peligro para el sostenimiento de su fuente laboral.
Y por el otro, es una forma que el estamento que la emplea tiene de ayudarla en tomarse el tiempo que necesita para salir del circuito de la violencia, que, en la mayoría de las veces, está puertas adentro del hogar.
Por Rocío Magalí Gutiérrez