Año 5 / Edición XLI / Caleta Olivia / 17-11-2020 / ISSN 2422-7226
Por: Runachay Fauna
Hoy nos toca contarles sobre tres grupos animales que tal vez no sean los más traficados en cuanto a número de individuos, pero su tráfico, por más mínimo que sea, genera un gran desequilibrio ecosistémico. Podemos enumerar infinidad de razones que generan este efecto desigual: son más sensibles a otros disturbios (como el cambio climático o la pérdida de hábitat), cumplen algún rol clave en el ecosistema, o no son tan abundantes ni pueden desplazarse tan rápido como, por ejemplo, las aves. Lo cierto es que cada individuo extraído de su hábitat implica una gran pérdida.
Por un lado vamos a hablar de los anfibios, conocidos popularmente como ranas y sapos, aunque el grupo también incluye salamandras, tritones, y unos animales muy poco conocidos y peculiares: las cecilias.
Los anfibios fueron los primeros seres vivos en adaptarse a la vida semiterrestre. Estos animales son los únicos que no poseen ninguna barrera protectora además de su piel, que es parcialmente permeable, lo que los hace notablemente más sensibles a cualquier cambio en su ambiente. Un punto importante al hablar de las problemáticas que afectan a este grupo es el hecho de que, como su nombre en latín lo indica, “viven en dos elementos”, es decir, no solo necesitan un ambiente terrestre sano, sino que también el estado de los cuerpos de agua circundantes afectará su bienestar y desarrollo. Esto quiere decir que cambios en la temperatura, fuentes de contaminación o especies invasoras pueden afectar sus ciclos de vida.
Por otro lado, siendo una amenaza muy importante para el grupo, existe una enfermedad producida por un hongo (Batrachochytrium dendrobatidis) llamada quitridiomicosis que ha hecho disminuir las poblaciones de anfibios a lo largo y a lo ancho del mundo desde hace ya algunos años. Esta enfermedad ha provocado el declive de 500 especies de anfibios y la extinción de cerca de 90 en solo 50 años. Sudamérica y Australia son, hasta la fecha, las regiones más afectadas.
La importancia de los anfibios en el ecosistema se vincula fundamentalmente con su papel en la red trófica. Por una parte, son depredadores de una gran cantidad de invertebrados, como insectos y arácnidos, y por otra, son presa o alimento de otros animales, como mamíferos, aves, reptiles, peces e incluso insectos y arañas. Entre los insectos de los que se alimentan los anfibios, hay especies nocivas para el ser humano que transmiten enfermedades como el dengue, el Zika o la malaria; o bien insectos que son plaga de cultivos agrícolas, como langostas y algunas especies de escarabajos. En este sentido, los anfibios ayudan a controlar poblaciones de insectos que diseminan enfermedades o que perjudican gravemente a la agricultura.
Argentina cuenta con una de las diversidades de anfibios más grandes de Sudamérica, y está entre los quince países que superan las 100 especies registradas. Por esto, no solo se comercian dentro de nuestro país, sino que también varias de nuestras especies se exportan a otros países para ser mascotas, como los escuerzos.
Pasando a animales con escamas, un poco más protegidos en lo que respecta a su piel, vamos a ver qué pasa con los reptiles. Siendo animales de sangre fría al igual que los anfibiosy sabiendo que también regulan su temperatura externamente utilizando el ambiente, podremos darnos cuenta también que el cambio climático influirá en ellos, pero en menor medida, ya que poseen una capa de escamas por fuera de su epidermis que les da una mayor protección a los rayos UV y resistencia a la pérdida de agua. El grupo de reptiles abarca a los animales conocidos comotortugas, serpientes, lagartijas, lagartos, cocodrilos, caimanes, etc.
Dentro de este grupo encontramos a las temidas víboras, pertenecen a la familia Viperidae, un grupo dentro de las serpientes caracterizado por la inoculación de veneno mediante un refinado sistema en sus colmillos. Estos animales no suelen sufrir (generalmente) el mascotismo ilegal, pero sus poblaciones se ven afectadas directamente por la falta de información, que provoca que en casi la totalidad de los encuentros con una de estas especies, el animal termine muerto. El caso es que la mayor diversidad y cantidad de serpientes en nuestro país pertenece al grupo conocido como culebras, inofensivas y sin capacidad de inyectar veneno, pero ante la incapacidad de diferenciarlas, sufren el mismo destino.
Una especie controversial por el mascotismo que sufre que pertenece también a este grupo es la iguana verde, importada desde otros países solo para el uso como animal de compañía. Junto al hurón, el erizo y otros animales, son mascotas exóticas y las leyes que rigen su tenencia dependen de la provincia donde se quiere tener al animal.Cada provincia de nuestro país tiene sus propios decretos y reglamentaciones que se encargan de regular la tenencia de determinados animales, siempre y cuando estos provengan de criaderos legales con los papeles pertinentes.
El reptil estrella en cuanto al mascotismo en Argentina es, sin ninguna duda, la tortuga terrestre. Hace unas semana hicimos una nota enfocándonos solo en tortugas y sus problemáticas asociadas.
Y finalmente el grupo que nos incluye a nosotros seres humanos: los mamíferos. Más de 15 especies de mamíferos de nuestro país son afectados por el tráfico de fauna, el cual representa la mayor amenaza directa a la supervivencia de especies que se encuentran en peligro de extinción. Un grupo particular de mamíferos que sufre mascotismo son los primates. Las cinco especies de monos que habitan en nuestro país están en peligro de extinción debido a la destrucción de su hábitat y su comercialización ilegal como mascotas. Como consecuencia, casi el 75% de las poblaciones de primates en Argentina están desapareciendo. Pero no sólo se debe a los individuos que son vendidos como mascotas, sino a las consecuencias que su captura genera: para poder capturar a las crías, muchas veces deben matar a las madres e incluso a todo el grupo. Uno de los roles claves de los monos en los ecosistemas es su función como dispersores de semillas: comen frutos que no son alcanzados por otros mamíferos o aves, y al defecar dispersan las semillas por la selva, lo cual los convierte en piezas claves en relación a la vegetación y el ecosistema en su conjunto.
Los grandes felinos no escapan al mascotismo. Quizás suene extraño pero a menudo se encuentran noticias en los diarios acerca de pumas que se encuentran encadenados en el patio de una casa cual perro guardián, o incluso en un departamento en el centro de una gran ciudad. Muchas veces son “adoptados” de cachorros cuando la madre es asesinada, pero no por eso debemos considerarlos mascotas. Estos predadores no pueden ser luego reintroducidos en su hábitat y se pierde entonces una pieza clave del ecosistema: los predadores tope, quienes tienen como función principal regular las poblaciones de sus presas. Ante la ausencia de predadores tope, las poblaciones de presa aumentan desmesuradamente y esto puede acarrear complejas consecuencias a nivel ecosistémicos. Por ejemplo: sin predadores tope aumenta el número de herbívoros, por ende, aumenta el consumo de especies de vegetación lo cual puede generar un cambio en el paisaje que, a su vez, genera cambios en la fauna que no es directamente afectada por la ausencia del predador. Entonces, lo que a veces consideramos como la falta de un único animal puede significar una reacción en cadena, algo así como una bola de nieve, que termina afectando a muchas más especies y al ecosistema que estas habitan.
Además del mascotismo, los mamíferos están expuestos a decenas de amenazas más. Según datos reportados por la SAREM (Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos) en su categorización de mamíferos, en 2019 los atropellamientos en rutas fueron señalados como amenazas importantes para el 89% de los carnívoros terrestres y 60% de los primates. Por otro lado, el 92% de los carnívoros terrestres sufren depredación por perros, de allí el constante hincapié en la tenencia responsable de animales domésticos.
Volvemos entonces a lo que les decimos en casi todas las columnas que hemos escrito hasta ahora: para el correcto funcionamiento del mundo natural, como lo conocemos hoy en día, debemos cuidar a TODAS las especies que existen. Cada individuo de cada especie, cumple una función en el ecosistema que se pierde en el momento que lo cazamos o cambiamos de lugar. Pero para cuidar, primero debemos conocer.