Año 7 - Edición semanal - ISSN 2422-7226

Ser docente y COVID positivo

ISSN 2422-7226

Año 7 / Edición XXXVIII / Santa Cruz / 13-09-2021 / ISSN 2422-7226

Por Juana Sosa y el equipo editor del Observador Central

Llevamos año y medio en pandemia y el sistema educativo se sostiene, muchas personas ya han logrado re-establecer una rutina de trabajo que permite el sustento, lo que hemos perdido de vista, tal vez, sea la humanidad y los miedos de las personas detrás de las profesiones. 

El sistema educativo de la provincia lleva siendo cuestionado por años, los debates y los reclamos de parte de los actores son amplios, el rol de la educación en la sociedad ha cambiado junto con las políticas educativas sancionadas por los actores de poder. En el contexto de pandemia, las presiones internas se han dirigido prioritariamente a los docentes que debieron modificar sus herramientas de trabajo; en algunos casos aprender por primera vez y en otros ampliar sus conocimientos tecnológicos. A esto se suma la baja red de banda ancha (de señal) que hay en las diferentes localidades de la provincia que se constituye en un nuevo obstáculo para la construcción del vínculo pedagógico. 

Caleta Olivia y Río Gallegos fueron las localidades que más tardaron en retornar a las aulas, lo hicieron el 2 de agosto pasado,  y una semana y media después los titulares de varios portales informaban de casos positivos de COVID 19 en varias instituciones de la primera localidad. Pero algo quedó en el aire, algo que deja huellas en la vida cotidiana de la psiquis de cualquier ser humano, el estigma y la presión social. Aquellas docentes, además de ser portadoras del virus, debieron enfrentar la presión de sus propios pares y de muchos padres quienes, con muy poca empatía, hacen juicios de valor sobre la persona sin tener en cuenta los hechos. 

En diálogo con una docente que estuvo en esta situación buscamos poner en evidencia los hechos, y la importancia de hacer uso de las experiencias en pos de mejorar las acciones de todos los actores del sistema educativo y la sociedad en general.  Comenta la docente los hechos paso a paso, siendo las 14,30 hs el horario de ingreso y ya camino a su establecimiento recibe la llamada de un familiar informando que era positivo, y por tanto, ella se transforma en “contacto estrecho”, sin bajar de su vehículo informa a sus directivos que le indican la necesidad de hacer el hisopado, jamás tuvo contacto directo con los niños desde ese momento. Pero lo que sorprende son los hechos posteriores, los titulares, la presión de ser señalada como la responsable de todo, que llegue al extremo para que sus hijas le pidan que no lea los comentarios de las redes sociales por las cosas que decían; lo recuerda con dolor porque ama su profesión, dice que las personas deberían ser más empáticas y hacer un análisis previo sobre cómo se expresan en redes sobre terceros, sin conocer los hechos. Comenta que su soporte más fuerte fue su familia y el médico del COE que le dijo palabras de aliento “El médico que me llamó me repite que puede ser residuo, ya que no hacía un mes tuve mi alta, o puede ser una cepa nueva, y  que tal vez no contagié, él me fue tranquilizando con sus palabras, `mientras el protocolo se haya cumplido no contagias a nadie, tenes que tener la tranquilidad de eso, y si  alguien  da positivo tampoco hay certezas que haya sido por el contacto con vos”. Pero la preocupación no se detiene, sus pares mismos enviando mensajes dirigiendo culpas, aunque al correr los días todos fueron negativos. 

En base a todo el relato de esta docente es necesario dejar en claro que fueron los padres de sus propios alumnos, los que conocían directamente a la docente, los que se preocuparon por su salud, le dieron aliento y le hicieron notar que su accionar fue el correcto. Lo que buscamos resaltar en esta nota es la importancia de conocer los hechos, ser docente es una profesión como tantas otras que se han visto modificadas por la pandemia. Nos deja su reflexión sobre cómo podría haberse manejado la información, con lo que pasó quedó demostrado que la mayor responsabilidad recae en la persona, no en la profesión, la información sobre el accionar del virus es muy cambiante, cuando a esta docente le dieron el alta en su primera infección, le aseguraron que no se podía contagiar por 3 meses, y sin embargo en su responsabilidad informó según el protocolo. De quedarse con esa información no debería haber informado nada y seguir con su vida normal. Destaca que cree que todos vamos perdiendo la humanidad casi sin darnos cuenta, leer los comentarios la lastimaron mucho y pareció no importar mucho conocer lo que realmente sucedió. Dice que le extrañó mucho que desde ningún portal buscaron su testimonio. 

En el mes de septiembre recordamos el día de la Alfabetización, de los Auxiliares de educación, del Maestro, del Profesor y del Estudiante, sería un momento prudente para recordar que las profesiones contienen a personas, y ella a su vez tienen sentimientos y se ven afectadas, ¿Será que las generalizaciones, en esta sociedad global, no nos están permitiendo crecer y aprender de los errores? ¿Será que los titulares de impacto están desviando el foco de análisis crítico por parte de las personas? ¿Será que ningún otro docente se ha contagiado o quedado aislado por COVID 19 en nuestra provincia?

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