No cabe duda que en el actual contexto histórico y cultural el imperativo es “ser joven” (ideal producido y reproducido a partir de las ofertas de consumo cultural que impone el mercado), y donde “lo viejo” se transforma en sinónimo de decadencia y deterioro. El objetivo del siguiente artículo es poder romper con ese imaginario social, visibilizando la situación de los adultos mayores de nuestra región, y analizando de qué manera la educación en general, y U-PAMI como espacio de educación no formal en particular, pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de este sector de la sociedad.
(Año 2 / Edición Nro. 63 / 14 de Septiembre de 2015 / Caleta Olivia).
Los “viejitos” también pueden aprender ¡Quién lo diría!
Históricamente, los sistemas educativos a nivel mundial se han configurado sobre la base de formar a la niñez y a la adolescencia, ubicando a la escuela como el dispositivo privilegiado y casi exclusivo. De allí, que el imaginario social que predomina hasta nuestros días asocia necesariamente Educación-Escuela-Niño/adolescente; obstaculizando la posibilidad de considerar que procesos educativos significativos pueden desarrollarse en otros espacios y/o con otros “aprendices” como protagonistas. Uno de estos protagonistas posibles son los adultos mayores, cuya negación pedagógica se da porque generalmente se vincula el proceso vital de envejecimiento con la decadencia física y cognitiva, además de toda la idealización y veneración estética y cultural que se hace sobre “ser joven”[1].
Sin embargo en los últimos años se ha avanzado, tanto desde la producción académica como desde las políticas públicas, en analizar, comprender e intervenir sobre aquellos sectores sociales y culturales “invisibilizados”. Uno de estos sectores es, indudablemente, el de los adultos mayores. Teniendo como base al principio de la Educación Permanente (es decir, considerar que las personas pueden aprender durante toda la vida), los lineamientos pedagógicos de la Gerontología Educativa (que tiene en cuenta la especificidad del colectivo de adultos mayores) y los postulados políticos y filosóficos de Paulo Freire acerca de la educación como herramienta de transformación de las personas para que éstas cambien el mundo, a partir de considerar que los sujetos que aprenden tienen algo que enseñar, se han elaborado y puesto en práctica innumerables experiencias de educación de adultos mayores en espacios educativos no formales.
En nuestro país, y específicamente en nuestra región, hace ya algunos años que se vienen llevando a cabo una serie de talleres que, en conjunto con el espacio institucional de la Universidad, pretenden consolidarse definitivamente como un ámbito educativo con eje en el mejoramiento de la calidad de vida de los adultos mayores. Precisamente, nos estamos refiriendo al programa nacional de U-PAMI.
¿Qué es U-PAMI?
El 13 mayo de 1971, con la sanción de la Ley 19.032 se crea PAMI, ante la necesidad de brindar asistencia médica, social y asistencial a una población que requería atenciones específicas referidas a su edad: los adultos mayores. Desde el año 2009, dentro de un proceso de transformación de la Institución, la sigla PAMI modificó su significado: Por una Argentina con Mayores Integrados. Lo cual significa que no sólo es importante la asistencia médica para mejorar la calidad de vida de los mayores, sino que también resulta indispensable la integración a la sociedad, promoviendo la independencia, la autonomía y la dignidad de sus afiliados[2].
Siguiendo esta línea, a nivel nacional PAMI comienza a elaborar programas educativos en conjunto con las Universidades Nacionales, denominados U-PAMI, los cuales constan de diversas propuestas presentadas a través de cursos que se desarrollan abordando diferentes áreas. En nuestra región, el PAMI y la UNPA firman un acuerdo en 2008 para comenzar a implementar U-PAMI. Específicamente en Caleta Olivia, la UNPA-UACO brinda su espacio institucional para que actualmente se puedan desarrollar los talleres de Informática, Nuevas Tecnologías, Literatura, Teatro y Música.
Los objetivos específicos que se persiguen son los de lograr la participación e integración sustentable del adulto mayor como ciudadano en su medio socio comunitario, a través de la implementación de actividades de estimulación de capacidades dentro del marco social, grupal y comunitario. Asimismo, es importante resaltar que estos talleres, al realizarse en el espacio de la Universidad, tienen una gran carga simbólica dado que es una oportunidad histórica para muchos de los beneficiarios que no han podido alcanzar, en su trayectoria vital y formativa, el nivel superior del sistema educativo.
“La experiencia de la vida es la mejor universidad que puede tener una persona”
Hionilda Arriaga, jubilada como ama de casa y trabajadora de toda la vida, es una de las tantas y tantos adultos mayores que son parte de la experiencia inédita que les permite vivir UPAMI, la cual nos intenta transmitir mediante su atrapante relato. Hace 47 años que habita el suelo Caletense, proveniente de su querido pueblo de Gobernador Costa, en la provincia de Chubut. Allí, en su pueblo natal, contagia cada verano a sus amistades y familiares la alegría de vivir y su amor por la naturaleza, proponiéndoles el armado de grupos para realizar diferentes actividades al aire libre: “Hasta que no experimentas, no te das cuenta de lo bello de la naturaleza”.
Para ella, al igual que muchos de sus compañeros y compañeras de U-PAMI, el hecho de transitar las aulas y los pasillos de una universidad por primera vez, representa una sensación emocional única y llena de “juventud”: “La persona tiene una posibilidad más de vida. Es importante que la universidad dé la posibilidad a que la persona mayor venga, para que podamos aprender e interaccionar con los jóvenes y los profes”.
Además de ser un espacio de socialización y de encuentro con nuevas personas con quienes compartir experiencias, pensamientos y sensaciones, U-PAMI también es un espacio de enseñanza y aprendizaje de saberes que permitan mejorar la calidad de vida de sus beneficiarios: “Estoy viniendo solo al de nuevas tecnologías porque me viene bien el horario, ya que también tengo natación; pero me interesó muchísimo hacer también el de informática. Creo que me sirve aprender mucho de informática, porque hoy es todo con la tecnología, y tenés que entenderla para poder manejarte.”
Si hay algo que queda claro de esta experiencia, es que estos espacios educativos no formales representan una oportunidad para aquellas personas que saben encontrar en ellos la posibilidad de ampliar sus saberes, enseñar lo que saben y construir proyectos que orienten y amplíen sus expectativas de vida. Sin embargo, esto no nos tiene que quitar la mirada crítica sobre un sistema educativo formal que no ha podido darle las herramientas mínimas a sus destinatarios, para que éstos adquieran los saberes que les permitan construir, y de allí materializar, proyectos de vida emancipatorios a lo largo de toda su vida. Pero nunca es tarde para poder reconstruir esas “rupturas”. Algunas de las cuales U.PAMI logra reparar en los adultos mayores que asisten a sus talleres, siempre bajo la premisa de poner en valor aquello que lo “viejitos” pueden enseñarnos. Porque, como nos dice Hionilda: “La vejez es la mejor época de tu vida, tenés tiempo para hacer un montón de cosas… La experiencia de la vida es la mejor universidad que puede tener una persona”.
Por Mauro Guzmán para Observador Central.
Estudiante avanzado del Profesorado en Ciencias de la Educación-Becario de Investigación del Instituto de Trabajo Economía y Territorio (ITET), de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Unidad Académica Caleta Oliva (UNPA-UACO).
[1] Para ampliar esta idea se recomienda leer a Chmiel Silvina “El milagro de la eterna juventud”. En Margulis Mario (Ed.) (2008) La juventud es más que una palabra: ensayos sobre cultura y juventud. Bs. As.: Editorial Biblos.
[2] Una descripción más detallada de la historia institucional de PAMI está disponible en la página oficial: http://www.pami.org.ar/me_in_historia.php