Seis meses de gobierno con entusiasmo, reposicionamiento, buenas perspectivas pero… reclamos de más, gestión en las subsecretarías y más comunicación brindan señales que el Meilán de los 90 ha cambiado de estilo. Reproducimos para Santa Cruz fragmentos de una publicación especializada por la importancia de ser esta una Provincia Minera y donde las inversiones y presencia de políticas mineras reclaman con urgencia sintonía con el gobierno nacional.
(Año 2 / Edición Nro. 84 / 10 de Julio de 2016 / Fuente: Prensa Geominera Edición Nro. 201)
“….Daniel Meilán llegó en 2015 a la gestión pública apoyado por amigos y enemigos personales que conviven en el sector. Más allá de las palmadas, este geólogo que recientemente cumplió 40 años de profesión, con su nombramiento, rápidamente provocó mucha expectativa en los mercados internacionales y nacionales ligados a la minería. Su regreso a la función pública fue una bocanada de aire puro. Aliados y no tantos se fundían en una sola expresión y convicción “era el hombre”, de la política, para ordenar el sector público minero. Ya que 13 años y un poco más, de vandalismo estatal desde lo administrativo y operativo, donde la hipocresía, tenebrosidad, conveniencia y corrupción, no daba para más…”.
“… los vientos a favor llegaron con su nombramiento. La quita de retenciones y la paridad cambiaria fueron una cuña que alentó a los desmoralizados inversores mineros que desde 2011 no embocaban una, salvo excepciones. Con este viento de cola, ya en la gestión, Meilán encontró un aliado impensado: Marcelo Alvarez – CAEM. Como segundo regalo tras su aceptación, sin quererlo, pero deseándolo, borró a los cuasi empresarios que gobernaron la CAEM en los últimos 10 años y pretendían seguir rosqueando, perdón, administrando, una devaluada y aciaga cámara minera. A modo de regalo navideño, Alvarez y Cia. aceptaron ceder el pedido de fortaleza institucional desde el sector privado. Al aceptar, sólo quedaron afuera y protestando, aquellos que ya no pueden apretar a las empresas mediante exigencias del gobierno bajo la tutela “compre nacional”. Cierre de exportaciones y otras yerbas. Bajo el lema “todos con los pies dentro del plato avanzamos… el que no, queda afuera”, así de esta manera, “bajo claras y precisas premisas”, salvo excepciones, todos acataron. “Institucionalidad” sonaban y resonaban estas palabras que por efecto del eco se filtraban en todo el edificio de Av. Gral Roca 651. “Volvemos a la previsibilidad” contestaban otros, y entre hurras, hacían pasar a una “Machi” traída del norte, para que “limpie” la etapa más aberrante de la industria minera. Todos, detrás de ella, gritaban algo así como “ayúdanos futa chao”… mientras el incienso calaba en las narices de los incrédulos hombres de seguridad. Limpieza mediante, comenzaron por arte de magia las ruedas de prensa… las reuniones abiertas… las convocatorias sin barras bravas ni gente que responda a ningún facturero. A simple vista, daba la sensación que algo había cambiado. Con este nuevo tiempo, aparecieron los viajes a Canadá, Chile, Australia, Japón, España, Alemania, Perú y Corea. En Toronto no sólo se acercaban a reclamar deudas de viajes anteriores, ahora preguntaban por posibles inversiones. El efecto Meilán sirvió para despertar o reactivar, si se prefiere, la soledad nacional en tiempos de cepos, retenciones, cambio de reglas y de la inflación reinante. Sin duda algo distinto para el sector. Seis meses de gestión es 1/8 de gobierno.
Comparando a la nada absoluta de gestión en el período 2002 / 2015, lo realizado hasta ahora es de muy buena proyección. No obstante, persisten flancos débiles. A pesar de haber triplicado la estructura de funcionarios todavía ambas subsecretarías buscan sus ejes operativos. Demasiada buena voluntad, pero el sector necesita y demanda gestión. Más coordinación, menos internas. Más operatividad, menos lobbismo. Más comunicación, menos plancha. Más acción, menos justificativos. Mientras Meilán avanza en forma demoledora hacia los objetivos que él pretende establecer y alcanzar, ambos parteners no logran estabilizarse. Uno demasiado temeroso de lo que dirán desde el Pro y bajo una auto presión que lo paraliza; el otro, esgrimiendo argumentos demasiado macheteados, o afines a la óptica empresarial. A los que algunos allegados de CAEM señalan con la certeza que los empresarios no desean este rol. Habrá que corregir. No son mala gente, sólo que no se encuadran y se ponen a caminar dentro del calzado que les queda bien. Algo distinto plantean la dupla Julio Ríos Gómez-Carlos Cuburu quienes “patearon el tablero” y, con celeridad y profesionalismo, sacaron a relucir las potencialidades del SEGEMAR. Le sumaron un pulmotor a los científicos y técnicos que durmieron una retarda siesta para darles espacio de “imaginación, imagen, ideas y convicción”. No estaban errados. Organizaron dos conferencias para hablar del “Nuevo SEGEMAR” y más de quinientas personas aceptaron la propuesta, estos fueron a las conferencias organizadas en Córdoba y San Juan. Los concurrentes demostraron que tienen ganas de sumarse, de escuchar y ser escuchados. Diálogo y apertura, así le dicen desde el llano.
Para quienes experimentaron el Meilán de los noventa, aquel cuarentón se esgrimía con mayores dotes de comunicación y marketing que la versión siglo XXI. Es algo extraño, pero ahora se muestra más parco a formar una eficiente estructura comunicacional. Algo que es imprescindible para los desafíos de la minería. “No se porqué Daniel no escucha a los que saben”, reitera una casi asesora, que es consultada en forma permanente. “Meilán puede” le susurraba un asesor del funcionario a un periodista cuando reagrupó la tropa y refundó el Consejo Federal de Minería. O como lo sucedido recientemente, que provocó una suerte de “Pacto” como el firmado el 26 de abril de 1999 en San Juan, a diferencia de aquella vez, en esta oportunidad lo firmó un sólo gobernador. Pese a este detalle, es algo por donde empezar. En otro orden, no tan auspicioso, vale resaltar que, a un simple juego de comparación, en seis meses el ex secretario hubiera realizado 180 comunicados, de 12 líneas y acompañados de 180 fotos. En contraste, Meilán sólo hizo 3. En estos días se repite una y otra vez dentro del sector, que Meilán es considerado, en el mundo minero, como un hombre de palabra y respetable. Debe ser por ello que no llamó la atención del arribo inminente de un grupo coreano para invertir en Salta en litio, algo que todavía no tomó estado público en forma concreta, pero sucedió. Como si fuera poco, en los primeros días de junio el anuncio de poner en marcha el proyecto Lindero con una inversión de 300 millones de dólares que arriban desde Perú, colmaron de expectativas. A esto se le debe agregar el mini anuncio de la puesta en marcha de Potasio Río Colorado que, de ser factible, no es un tema menor.
Sin embargo, uno de los temas más sustanciales de los últimos tiempos, radicó en el regreso del Grupo Peñoles – Frenillo, quienes son el principal productor de plata del mundo y uno de los productores de oro más grandes de México. Es un grupo que se ha planeado un futuro sólido, sostenible en Argentina. Lugar al cual regresarían tras 13 años de ausencia real. Vale destacar que Fresnillo tiene una de las mayores reservas de metales en México. Actualmente operan minas, dos proyectos de desarrollo y una amplia cartera de proyectos y prospectos de exploración de alta calidad. Su arribo a la Argentina es inminente. Hay blancos de plata y multi metálicos que le interesan al gigante castillo del norte. Todo indica que se abre un año de grandes negociaciones inmobiliarias y de potenciales inversiones. Seis meses no es mucho tiempo. Claro está que cualquier acción de cara a la sociedad y de apoyo a la industria, por efímera que sea, iba a ser superior a lo anterior. Pese a las falencias, da la impresión que este sector está tratando de ponerse de pié, enfrentar con argumentos más sólidos la coyuntura y mostrarse confiables ante la sociedad. Si esto no es un espejismo, para estos seis meses, no es poco. Para agendar: comunicar es una obligación para quienes están en el Estado. Sólo hay que ponerse a trabajar y romper una incipiente incomunicación
Fuente: Prensa Geominera Edición Nro. 201