Entre la etapa de exploración avanzada, que es cuando se construye la licencia social de «aceptación» de la actividad minera en las comunidades, y la etapa de puesta en producción ocurre una breve e intensiva etapa de pre-construcción y construcción de Proyecto. Aquí se viven dos sentidos del tiempo entre lo global y lo local que terminan definiendo la forma visible que asume la cultura del desarrollo sustentable en el territorio de Santa Cruz. Así entre la lógica de racionalizar el “time” del capital articulado a los flujos globales se desenvuelve el tiempo de los “criollos” proveedores-“empresarios”; paradójicamente ambos se unifican a la vez ante la escenificación de una identidad del capital ante un amigo poco confiable: el Estado.
(Año 1/ Edición Nro. 34/ 23 de Febrero de 2015/ Provincia de Santa Cruz)
Recapitulando
Una compañía o empresa minera se forma jurídica y financieramente en determinados países extranjeros; establece su directorio, define sus apoderados legales en el país de inversión, contrata una estructura gerencial y organiza oficinas en el área de influencia del lugar de extracción de recursos. En lo formal, los roles de los agentes/actores que disponen de poder personal ante las comunidades, por disponer del dinero de la corporación para salir a jugar el juego del desarrollo sustentable, integran una “cadena de mando” que resulta siempre muy distante entre el inversor-accionista y la realidad de las desigualdades de las comunidades de impacto.
Cada cultura organizacional nacional, se organiza de la manera que puede ser ficticia o racional para gastar/invertir en base a las reglas de juego de la dispersión mundial de accionistas que se constituyen con asiento financiero en alguna bolsa extranjera. Bolsa que les garantizará seguridad jurídica, transparencia en el manejo de sus dineros y rapidez de tiempos en retornos de inversión por parte de las decisiones de directorios. En Santa Cruz, desde los años 90’ se ha generado un escenario propicio para que estos capitales circulen bajo la forma de salarios e inversión que siempre será mayoritariamente a favor de los propietarios de proyectos mineros, siendo que los excedentes que puedan quedar en el territorio dependerán con exclusividad de los locales.
Marginalidad de excedentes y fragmentación individual
El comportamiento práctico de los Big Man de la minería que actúan en el territorio de extracción siempre terminará recurriendo a los empresarios extra territoriales, por ser éstos los que cuentan con capacidades competitivas de precios de mercado. Hemos visto (parte 1 y 2) como el “time” empresarial y el tiempo cultural “criollo” de nuestros proveedores-“empresarios” no constituye un tema de agenda que ocupe “time” corporativos. De allí que para el “empresario local” el aprovechamiento del ciclo corto de ganancia representará, casi siempre, la marginalidad de la totalidad de la inversión de los servicios mineros. Marginalidad que aun cuando sea reducida en montos, resultará para el actor local “grande” en los volúmenes de circulación transitoria de capital.
El proveedor “empresario” puede crecer, cuantitativa como cualitativamente, puede incluso llegar a instalar capacidades locales; pero esas capacidades serán siempre estructuralmente limitadas y crecer no significa desarrollarse. Estas limitaciones no dependen sólo de la acción instituida por los Big Man de la minería, sino por la historia económica del territorio. Aquí, ni escalas de inversión, ni capacidades de innovación son parte de la cultura empresarial en general, ni la organizada individualmente, ni la de los gremios empresariales, ni la que intenta promover o articular el Estado. Lo que existe en el territorio son declaraciones mediáticas, acciones individualizadas de éxitos, recambio constante de interlocutores empresariales y una agenda constante: discutir el desarrollo sin análisis críticos de los conceptos que sustentan al definirlo.
Adhesión a los valores transnacionales y rol estatal
Hay varias situaciones que explican cómo los valores de lo transnacional se incrustan en el territorio y logran adhesión de los “empresarios” individuales. En efecto, hay una serie de situaciones que compartirán ambos agentes/actores que explican la construcción cultural que los unifica en el análisis de la cuestión de identidades y desarrollo. De hecho, por momentos, serán aliados estructurales (diluyendo cualquier tipo de adversidad coyuntural con los Big Man económicos). En estos intercambios afloran los aspectos colectivos de los actores locales que ponen al servicio de los agentes transnacionales y diluyen cualquier tensión entre identidades de pertenencia histórica y emergente.
Cito a modo de ejemplo una reunión en la Zona Centro provincia, llevada adelante por CAPROMISA en el año 2009 en Gobernador Gregores. Allí se invitó al entonces Secretario de Trabajo de la Provincia con la intención de que acompañara la representatividad del Estado antes los “Big Man” de Minera Triton. Las Pymes argumentaban a su favor que el conjunto de las mismas generaban trabajo directo a más de 500 personas. Entonces la respuesta del Estado fue contundente “…que bueno que sea así… me gustaría llevarme los datos de sus empresas para que nos ayuden a tomar desocupados que tenemos en todas las localidades”. En esta respuesta se traslada la obligación moral de incorporar desocupados a las Pymes que difícilmente puedan incorporar colaboradores por fuera de su estructura alcanzada. El Estado las conminaba al igual que hace cotidianamente en las estructuras transnacionales a tomar empleados por fuera de sus propias realidades.
Un segundo ejemplo deviene de las características que asume la fuerza trabajadora asociada indirectamente con tareas propias de la minería. La disposición de fuerza de trabajo, o sea el asalariado no estatal y nativo, es siempre un problema compartido por el empresario transnacional y los “empresarios locales”. La hoy relativa ausencia de mano de obra local especializada y calificada, y la necesidad por sobre la Ley 70/30, exige el reemplazo de la fuerza de trabajo nativa por migrantes internos del país o de Chile; se requiere experiencia en los rubros asociados a la actividad de minería metalífera y de servicios. Es decir, se requiere personas que respondan a los estándares capitalistas, no a la economía del subsidio, y este es un problema que comparten ambos actores con independencia de su tamaño en la producción y la escala de su capital.
La puja por el capital de inversión que de manera constante reclaman al sector minero otros sindicatos no mineros bajo la forma de puestos de trabajo y calidad salarial, inciden en la generación de comportamientos solidarios de proveedor-“empresario” local y representantes de las transnacionales durante la ejecución de la inversión en construcción de los proyectos. En efecto, durante el corto tiempo, ambos actores se llenan de tensiones y es el Estado provincial, que debe operar como árbitro. Será entonces cuando el Estado Provincial se convertirá en el adversario identificado de ambos, a la vez que “árbitro” obligatorio y poco confiable. Es el adversario no declarado que no protege, que no suprime la cultura del subsidio, que actúa sospechosamente en complicidad con actores de ciertos sindicatos y que no deja encontrar “trabajadores” dispuestos a trabajar, por que sigue alimentando el estatismo como cultura de la economía dominante. Es, en definitiva, la negación de la forma que regula el Estado, operando en el silencio obligado que se delega en nuestros “empresarios locales” y que conocen con exactitud los representantes de corporaciones en sus culturas empresariales, que se rigen con la lógica capitalista transnacional.
Conclusiones para abrir un debate
Todos los vínculos que construyen contenido cultural ocurren en nombre del desarrollo sustentable (económico, social y ambiental) para la lógica empresarial y para el compre e inversión local en la perspectiva “empresarial”. La emergencia de un actor único e histórico por sobre procesos pre-existentes de clases, de partidos políticos, culturas y estilos de desarrollo locales alcanzados encuentra en las interacciones entre actores locales y Big Man un ejemplo concreto de incrustación de lo global en lo local y viceversa. Esto ocurre en un contexto propiciado por el Neoliberalismo Ideológico y práctico que ha tenido como contraparte del territorio la ausencia de planeamiento del desarrollo endógeno y en particular, como responsabilidad y posibilidad de los Estados locales.
Estamos diciendo que las categorías culturales interiorizadas dentro del territorio no homologa categorías de sentido común como “cipayos” o “vende patria”. Estos motes estigmatizantes, muy común en cierta Ciencia Social e ideologías radicales, traspolan intencionadamente categorías culturales propias de otros contextos históricos de lo nacional e internacional al presente. Ahora estamos en la red de flujos globales del capital con otras formas de hegemonía y otras oportunidades de recrear la economía política en un territorio que reclama se discutan los distintos tipos de conceptos de desarrollos que portan los actores, incluido el liberal de expansión sin acumulación de excedentes locales.
Por ello sostenemos que hacer traducible las categorías del desarrollo sustentable que porta la ideología de la globalización en sus territorios de origen, se torna inconmensurable con la ideología del desarrollo que ciertos representantes de las transnacionales implementan en los territorios de expansión y extracción. La resignificación desde nuestro “empresariado local” y otros agentes estatales y políticos que hacen posible el “desarrollo” existente en su acepción que se respira hoy en estas tierras confirman esta hipótesis a la luz del comportamiento de los Big Man. Muy lejos de las declaraciones de los principios capitalistas desde las que se sustentan, muy lejos de la posibilidad de construir capitalistas en serio en el territorio.
Proponer esquemas de desarrollo económico endógenos y territoriales, basados por ejemplo en principios del desarrollo a escala humana y adecuados al siglo XXI, resultará por ahora una utopía o una herejía. Temporalidades de la industria, lógicas de poder de individuos, de prestigios internos y externos de las corporaciones, lógicas distributivas de riqueza material y no material, por criterios de egos de los Big Man, orientan en gran medida el éxito de las corporaciones globales y definen aspectos sustanciales de lo que se entiende por desarrollo de unos y de otros.
Colaboración especial Magister en Antropología Social Mario Palma Godoy