La década de los ’90 fue clave en la insinuación de una política de la pesquería industrial y portuaria para Santa Cruz. Ambas actividades que definen lo que ha dado en denominarse sistema pesca, generó tres actividades económicas y laborales centrales: la fundación de una política portuaria, la presencia de la fuerza de trabajo de marineros, patrones y armadores; y la formación de una incipiente flota pesquera artesanal e industrial de capitales locales, desarrollados en interacción inicial con el Estado. Este fue el caso de la Flota Amarilla de Caleta Olivia que hoy permite ser ejemplo de cómo construir poder territorial con los recursos naturales.
(Año 2 / Edición Nro. 55/ 20 de Julio de 2015 / Caleta Olivia).
En todo el territorio provincial, distintas trayectorias siguieron el desarrollo de la mano de obra de mar para la pesquería industrial, las actividades de puerto y la pesquería propiamente dicha. Esta última en sintonía con las políticas neoliberales, se concentró rápidamente en favorecer la otorgación de los permisos para que las grandes transnacionales accedieran mediante buques congeladores a las aguas jurisdiccionales nacionales y provinciales. Desde aquel entonces, lo que ocurre en el mar (en materia ambiental) y en la política pesquera provincial (en materia económica) es una historia por todos conocidas, o mejor dicho, desconocida para muchos.
Caleta Olivia y Caleta Paula…surge la Flota Amarilla
Pero no todo ha sido neblina para hacer visible lo invisible, pues en pleno contexto de los ‘90 y dado la inminente construcción del Puerto Caleta Paula, hacia el año 1997 dos marineros devenidos en comerciantes y asociados con una Ford F100 y una pescadería ubicada en el centro de la ciudad decidieron aventurase a explorar la pesquería con técnicas industriales. Por entonces con apoyo inicial del Estado Provincial, Luis Omar Jones y Ricardo Yrigoyen accedieron a la licitación pública que les permitió acceder al buque “Liliana” proveniente de Río Gallegos. A esta aventura le siguió Carlos Terencio con el “Bahía Engaño” que pescaba en Rawson. Estas serían las dos embarcaciones de lo que sería la génesis de la popular Flota Amarilla de Caleta Olivia.
Hoy, han transcurrido 18 años de este momento fundacional de la Flota Amarilla que logró crecer en pleno contexto de crisis del 2001 cuando embarcaciones de semejantes esloras a las locales (entre 14 y 18 metros) migraron desde Mar del Plata para formar un grupo de emprendedores que hoy está integrado por unas 20 familias. Hoy, muchas de estas familias emprendedoras se radican en Caleta Olivia y ya han transmitido la gestión de las embarcaciones a los descendientes familiares para continuar participando del desarrollo del sistema pesca.
Cuando el capital se re invierte en lo local
La historia de los capitales de la Flota Amarilla, no han estado exentos de conflictos con la política pesquera, con la fuerza trabajadora y especialmente con los capitales trasnacionales. Con todo, es de destacar la existencia de un gremialismo empresarial que ha logrado resistir a los grandes capitales y se ha empoderado en el Territorio.
Distintos hitos marcan la trascendencia del gremialismo empresarial: la obtención de la ley de pesquería artesanal el año 2003 que les ha permitido una reivindicación histórica de equidad frente a la envergadura de los capitales transnacionales. La defensa de los bancos de merluza del Golfo ante la prospección sísmica de la industria petrolera en aguas jurisdiccionales provinciales y la embestida ante los Tangoneros internacionales en cercanías de las costas Caletenses quienes para alcanzar el langostino selectivo, depredaban los bancos de merluza devolviéndolas muertas al mar.
En medio de esta historia, parte de los integrantes de la Flota Amarilla, decidieron en el año 2009 una nueva aventura, agregar a la cadena de valor local, el ingreso a la comercialización de la Merluza y Langostino Patagónico fresco en los circuitos económicos nacionales e internacionales. Nació VEPEZ S.A., que invirtiendo en la cadena de distribución nacional y comercialización internacional hoy distribuye en todo el país y fuera del continente, siendo sus destinos específicos Europa, EEUU y 17 países más.
Las plantas en tierra y la generación de riqueza social
Pero no todo es color de rosas. Una de las grandes dificultades del sistema de pesquería provincial adecuado a la economía transnacional, consistió desde siempre en generar puestos de trabajo en el territorio. A regañadientes las transnacionales debieron construir plantas en tierra, generar puestos de trabajo para demostrar cierto grado de compromiso social. Pero este compromiso formal siempre fue reñido con los costos locales que supone invertir la ganancia que se obtiene en el mar y se distribuyen en sus territorios de origen.
En plena crisis del manejo del sistema pesca por parte del Estado Provincial, las relaciones con los capitales transnacionales y nacionales comenzaron a resentirse. Así fue como ante la creciente ola de conflicto social asociado a Barillari, con sede en Mar del Plata, se decidió el año 2009 la expropiación. Situación que se mantiene en litigio en la actualidad en un juicio millonario al Estado de Santa Cruz. Proceso semejante se intentó ejecutar con Vieira en Puerto Deseado, la cual hoy pende de un hilo para alcanzar su sustentabilidad económica y mantener su licencia social.
En Caleta Olivia, hoy las instalaciones de la Ex Barillari es propiedad del Estado de Santa Cruz y sus instalaciones son operadas por la cooperativa “20 de Noviembre” y “El Dorado”. Estas cooperativas, gestionan la planta y cortan un promedio de 2500 cajones diarios de merluza, allí también trabajan alrededor de 400 personas de manera directa. Las cooperativas poseen un importante grado de capitalización disponiendo en la actualidad de flota porta volquetes, transportes, pagan los insumos de mantenimiento y anualmente se reparten dividendos entre sus asociados- empleados.
Actualmente además de la Ex Barillari, generan valor en tierra las Planta de Aballay “Golfo Kan Kan”, “Gabeteco”, siendo todas abastecidas por la Flota Amarilla, la cual a su vez abastece con fresco la Ex CARSA de Puerto Deseado que genera otros 130 puestos de trabajo sostenidos todo el año. El éxito local ha consistido sin duda en la disposición sustentable de los bancos de merluza que disponen nuestras aguas jurisdiccionales y en la formación de un emprendedorismo y empresariado local.
Pensar el desarrollo local desde la pesquería industrial
Así es como se ha conformado un particular circuito de producción, de generación de trabajo y comercialización originado desde la ciudad y mediante la modalidad de cooperativas de trabajo. El impacto en la economía local ronda un estimado de 100 millones de pesos entre el movimiento del fresco, trabajo de marineros, estibadores, proveedores, cooperativas de trabajo y emprendedores-empresarios de la Flota fresquera.
En su conjunto en el sistema pesca local hoy genera entre puestos directos e indirectos más de 1000 empleos y se estima que el 80 % del dinero del proceso productivo queda en la provincia. Un 20% se redistribuye fuera de la región y se asocia a insumos no disponibles por proveedores locales (nylon, cajones, cartón)
Es que la Merluza de la Región Patagónica Atlántica, se caracteriza por ser un producto de calidad en frescura y color, de origen libre de toda contaminación y sin conservantes. El acceso de la marinería en el día a los bancos de pesca genera el concepto de “Fresco” en contrapartida a cualquier sistema de pesca nacional de Merluza.
Hoy para Caleta Olivia, sin embargo siguen quedando desafíos que hagan más visible ante la comunidad el profundo significado de una economía pesquera- portuaria. Este último, el Puerto, continua cerrado a la comunidad y por lo tanto invisible a los ojos de las distintas generaciones. Lejos estamos de una sinergia con el sector turístico local que permita la apertura a nuevos atractivos, a nuevos negocios, asociados al producto fresco y actividad económica organizada en torno a la pesca.
Desde el punto de vista de la política pesquera, la radiografía descrita de favorecer el desarrollo de capitales locales o transferir los capitales derivados de la región fuera del país y sin valor agregado interno sigue siendo un desafío pendiente para quienes aspiran gobernar Santa Cruz.
Por el Equipo Editor de Observador Central.
Fotografía de Autor Gerardo Haggi