(Año 1 /Edición Nro. 15 /13 de Octubre de 2014/Caleta Olivia) En esta nota se reflexiona sobre el valor del oficio en las comunidades petroleras desde mediados del Siglo XX y se compara con los valores actuales que lleva que los jóvenes de hoy sigan eligiendo el petróleo desde otro sistema de valores. El artículo pasa revista al significado social del trabajo y la importancia de la transmisión cultural del formarse dentro de YPF.
Los relatos de los ex trabajadores de YPF me llevó a preguntarme cuál era el proyecto de vida laboral de los jóvenes de Caleta Olivia y sus áreas de influencia a mediados de los años ’60, momento histórico en que estos ex trabajadores iniciaban sus trayectorias laborales en la empresa estatal YPF.
En esos años, cuando en la Cuenca del Golfo San Jorge se vivía el “boom petrolero” del gobierno desarrollista de Frondizi y el gobierno radical de Illía, los adolescentes y jóvenes de la localidad de Caleta Olivia tenían como proyecto aspiracional de vida, el hecho de ingresar a trabajar en la empresa estatal YPF. He recopilado relatos que cuentan como en las familias locales se festejaba como un acontecimiento social, como un cumpleaños el día en que el hijo varón comenzaba a trabajar en dicha empresa.
En ese entonces, jóvenes adolescentes varones de 15, 16 años, ingresaban como principiantes a los distintos sectores de la empresa: los talleres, la administración, los almacenes, los pozos. Allí, aprendían desde la categoría más baja el oficio de “petrolero” siempre bajo la guía de los “viejos”, esos compañeros de trabajo que ya contaban con años de experiencia laboral y que también, habían adquirido conocimiento de sus maestros, o sea los trabajadores de mayor edad.
Pertenecer a la familia ypefiana era la oportunidad de aprender un oficio, de hacer una carrera laboral en el entorno organizacional de la empresa estatal, además de garantizar la pertenencia social: tener un trabajo estable y seguro, formar parte de una comunidad que se distinguía del conjunto de la sociedad local por rasgos propios como eran el acceso a la proveeduría, al hospital, al cine de la empresa, o sea al consumo, a los servicios de salud y a los bienes culturales de la época; constituían la oportunidad para garantizar la movilidad social ascendente de miles de familias provenientes del noroeste argentino y de otras regiones del país, que no contaban con el desarrollo derramado por la actividad productiva de la empresa estatal YPF.
50 años después….
Paradójicamente, 50 años después, una encuesta realizada en los últimos años de los colegios secundarios de la localidad de Caleta Olivia en los ciclos lectivos 2012 y 2013 revela que, también el proyecto aspiracional de los jóvenes es ingresar a trabajar en el sector petrolero –actualmente, no únicamente identificado con la empresa YPF, puesto que “las petroleras privadas” también son empresas que cuentan con una importante presencia en la zona.
Los argumentos de estos proyectos actuales se vinculan con la bonanza económica que deparan los salarios del sector petrolero –muy superiores a otros ingresos en el ámbito regional- y con la consabida respuesta de “es lo que hay en la zona”, que combina una mezcla de resignación consolidada y de identidad productiva regional.
Pero, por otra parte, el paso por el sistema educativo obligatorio del nivel medio y por las alternativas de capacitación del sistema educativo superior no los posiciona mejor preparados para el mundo del trabajo que la situación en la que se encontraban medio siglo atrás.
Esto nos habla de la insuficiencia en el cumplimiento de los objetivos del sistema educativo que a partir de los años ’90 privilegió su organización y estructuración en torno a una función destinada a “preparar a los alumnos para su inserción en el mercado de trabajo”. Cincuenta años atrás, las estrategias de reclutamiento de la empresa estatal YPF garantizaban la inserción laboral de los jóvenes y el cumplimiento de sus proyectos aspiracionales de vida laboral, mientras que la educación secundaria era un privilegio al que accedía una minoría de los jóvenes de la localidad. Si hasta la fundación del Colegio Industrial fue un proyecto surgido de los lineamientos de la empresa estatal YPF…, pensando en la necesidad de acreditar con un título académico, una formación básica de los hijos de los trabajadores ypefianos y así ingresar en una mejor posición laboral en la empresa, con el título de “técnico” bajo el brazo.
Cabe entonces la pregunta que se plantea comparativamente ¿Cómo la comunidad entonces podía garantizar los proyectos aspiracionales de las generaciones futuras y cómo hoy, formando parte de un mundo globalizado, los distintos sistemas –educativo, laboral, social- no pueden garantizar los proyectos de la juventud actual, que se manifiestan como sueños inconclusos?.
La complejización de las esferas educativa, laboral, económica, social, con la incorporación de dimensiones que atañen a la diversidad, a la globalización, a la igualdad de oportunidades, paradójicamente han sumergido en la oscuridad la posibilidad de poner al alcance de la mano de los jóvenes, que como actores sociales constituyen el futuro de la comunidad local, los saberes socialmente significativos de dicha comunidad.
Por Alicia Milone especial para Observador Central