En primera persona el saliente Subsecretario de Turismo de la Municipalidad de Puerto Deseado reflexiona sobre el contexto político en el que asumió el área y pasa revista de las principales acciones de gestión que abordó en el período 2013-2015. En un tono sincero y simple, nos presenta un balance que representa un ejemplo de lo que deberían hacer los funcionarios que pueden seguir mirando a los ojos a los ciudadanos de su comunidad. Ejercicio útil para las nuevas autoridades del área que pueden ver en este documento un espejo para mejorar la calidad de la política pública que hoy les toca comenzar a recorrer.
(Año 2/ Edición Nro. 74/ 14 de Diciembre de 2015/ Puerto Deseado). Escasos días atrás concluyó mi mandato como funcionario público, luego de tres temporadas al frente de la cartera turística de Puerto Deseado. Dejar la función trae aparejada una mezcla de sentimientos, algunos positivos y otros no tanto, que intentaré esgrimir en estas líneas a modo de balance personal de gestión.
Asumí el cargo de Director de Turismo en agosto de 2013, en un contexto político provincial y nacional que es inevitable mencionar para poder analizar y evaluar los resultados de mi trabajo.
En Santa Cruz la política es transversal a cualquier decisión, incluso a la más pequeña, algo que llamaba la atención de mis pares de otras provincias y a menudo era tema de conversación cuando nos encontrábamos en ferias y eventos.
Es de público conocimiento que, para entonces, el gobernador Daniel Peralta y la presidente Cristina Fernández de Kirchner se encontraban distanciados políticamente. En la escena local, el entonces intendente Luis Ampuero (hombre que dio sus primeros pasos en la escena pública de la mano del Frente para la Victoria) decidió mantenerse al margen de la disputa y no alinearse explícitamente con ninguno de los dos sectores. No es mi tarea analizar sus motivos, pero sí los resultados, que afectaron directamente al sector en el cual yo me desempeñé.
Durante el 2013 tuve en dos ocasiones la posibilidad de entrevistarme con funcionarios nacionales de gran jerarquía, oriundos de nuestra provincia, para intentar avanzar en temas pertinentes al desarrollo turístico local. Con el primero, duró escasos segundos luego de que me preguntara “y tu intendente, ¿está con Peralta o está con Nación? ”. En el segundo caso, en otro ministerio, no se trató de una pregunta sino de una afirmación: “tu intendente es un traidor, la orden es que, para él… nada. Ahora, si decide venirse con nosotros, lo esperamos con los brazos abiertos”. Para “él…nada”, o sea, nada para Puerto Deseado. Programas de gran importancia para el desarrollo turístico, como el PROFODE [i] (donde solo se cumplimentó la etapa de diagnóstico) o la implementación del Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, quedaron completamente fuera de alcance. Los siguientes dos años de mi gestión intenté sortear esta barrera política de todas las maneras posibles, sin éxito alguno.
Este tipo de actitudes se repitieron, curiosamente, a nivel provincial, cuando me reuní en sucesivas oportunidades con funcionarios cercanos al gobernador Peralta. Las formas y la falta de acompañamiento me dieron la pauta de que en la provincia tampoco veían a Ampuero como uno de los suyos. Incluso el panorama local era poco promisorio, ya que el intendente se encontraba distanciado de los concejales de su color político, desarrollándose una relación antagónica entre el poder ejecutivo y legislativo. Éste fue el contexto político en el que me desempeñé como titular de la cartera turística de Puerto Deseado.
Como funcionario, mi primer objetivo fue reunirme con los referentes del sector privado para conocer las problemáticas en primera persona. Me encontré con una localidad sumida en el ostracismo mediático, sin diálogo entre el sector público y el privado, sin instituciones ni estrategias (ni siquiera estaba conformada la Cámara de Comercio). A excepción del diagnóstico que se había obtenido en la primera etapa del PROFODE, tampoco existía una guía o estrategia pública concreta para el sector. Puertas adentro, en la oficina de Turismo, me entrevisté con cada uno de mis compañeros, encontrándome con un personal alienado, desvalorizado y desmotivado, consecuencias que ellos mismos atribuían a la falta de liderazgo.
Por aquel entonces el municipio estaba comenzado a trabajar sobre la elaboración de un Plan Estratégico de Desarrollo Local, con un equipo al que me sumé inmediatamente. A mi entender, se trataba de una herramienta esencial para avanzar no sólo en cuestiones de la actividad turística sino en todos los aspectos de la localidad. Concluimos la primera etapa del Plan obteniendo un valioso insumo, la visión consensuada de Puerto Deseado. El objetivo fue poner en palabras lo que la comunidad deseaba para su futuro y se obtuvo a través de talleres participativos donde se buscó la representatividad de todos los sectores de la población. El resultado fue que Puerto Deseado se veía a sí mismo en el futuro como “una ciudad eminentemente turística, ecológica y sustentable, con identidad y pertenencia […]”. No pudimos continuar con la segunda etapa del plan, porque nunca logramos conseguir la financiación necesaria del CFI, organismo que, en Santa Cruz, se encuentra dentro de la cartera del Ministerio de la Producción.
La visión consensuada y las demandas del sector privado fueron las principales herramientas para armar la estrategia de la Dirección de Turismo, que definimos, junto a mi equipo de trabajo, en cuatro ejes: sensibilización de la población, capacitación y promoción y posicionamiento y desarrollo de la oferta.
Consideramos que la sensibilización de la comunidad era fundamental, ya que se hablaba de un pueblo turístico pero sin entender lo que ello implicaba. Logramos instalar la temática en los medios, cultivando una excelente relación con todos los actores gracias a la generación de un caudal de información constante, tanto en forma de gacetillas como de entrevistas personales. La gente estaba comenzando a hablar sobre turismo e interesándose sobre las acciones de nuestra dirección.
Con el diagnóstico obtenido del PROFODE, nos propusimos llevar adelante parte de su programa de formación, aunque no contáramos con la asistencia de turismo en nación. Utilizando fondos municipales creamos varias capacitaciones, orientadas tanto al sector como al público en general, destacándose el “curso para informantes y personal de contacto” que dictamos en dos oportunidades.
La demanda más importante de los prestadores privados del sector era la promoción. Por ello, nos abocamos a trabajar sobre el posicionamiento de Puerto Deseado como destino turístico multiproducto y de todo el año. En un viaje a Río Gallegos, nos reunimos con quien era entonces el jefe de gabinete de ministros, Ariel Ivovich, y conseguimos la asistencia financiera para invertir en un agente de prensa, obteniendo excelentes resultados.
Puerto Deseado estuvo en la tapa de los suplementos de turismo de los diarios más importantes del país, como así también en programas de radio nacionales, centenares de revistas y medios electrónicos. Luego de la salida de Ivovich del gabinete del gobernador, jamás volvimos a conseguir asistencia financiera provincial para nuestro sector.
Las siguientes dos temporadas continuamos con acciones de prensa, pero a menor escala, a costa de fondos municipales. Logramos que Puerto Deseado saliera del ostracismo, pero nos quedó un tema pendiente: medir la efectividad de las acciones realizadas. Nuestra oficina no posee un registro de ingresos turísticos fidedigno, problema que se resuelve fácilmente asignando personal de turismo a la garita de control policial que se encuentra en Tellier, pero mis superiores nunca me lo permitieron. Los prestadores privados también se negaron sistemáticamente a compartir información, quizás por la sospecha de que la fuésemos a utilizar con fines impositivos.
El desarrollo de la oferta fue el eje de trabajo en el que obtuvimos los resultados más magros. Fueron varios los factores limitantes, pero el más importante fue el agua. No se puede pretender aumentar las plazas hoteleras, ni la oferta de alojamientos extra hoteleros si no hay agua. Este conocido flagelo de la zona norte de Santa Cruz, sin resolver hasta la fecha, sumado a la inexistencia de incentivos a la inversión de ningún tipo, impidieron cualquier desarrollo significativo de la oferta de servicios turísticos. Incluso herramientas interesantes y muy útiles para el desarrollo, como los fondos del acuerdo social con la minera local Yamana Gold, fueron también desaprovechadas por la falta de diálogo institucional de nuestro intendente.
Finalizó mi función, luego de tres temporadas a cargo de la Subsecretaría de Turismo, con sentimientos encontrados. Quien lea estas líneas evidenciará que me invade una gran carga de frustración. Trabajar sin herramientas implica que uno deba renunciar a los objetivos ambiciosos que se propuso en un comienzo y concentrarse en pequeños logros, que también son importantes, pero no tan movilizadores. Quizás fueron estas sensaciones las que me impulsaron a presentarme como candidato en las elecciones pasadas, pero éste es tema para analizar en otra entrega.
Afortunadamente los aspectos positivos de esta experiencia son más que los negativos. Pequeños logros como iniciar un cambio de mentalidad en la población, instalar el turismo como tema de discusión, dar los primeros pasos para tener una carrera terciaria presencial de turismo, ascender la Dirección de Turismo a Subsecretaría para darle mayor importancia dentro del esquema municipal o impulsar nuevas actividades como el kitesurf y el windsurf, son motivos para sentirme conforme con el trabajo realizado, siempre teniendo en cuenta las herramientas que tuve a disposición. He tenido la posibilidad de trabajar con excelentes profesionales y de conocer personas valiosas, tanto dentro del ámbito de la municipalidad como en todos los sectores relacionados a la actividad.
Ser funcionario público ha sido una gran experiencia de crecimiento, tanto en lo profesional como en lo personal. Sin dudas, volvería a repetirla, porque sentir que muchas cosas quedaron en el tintero me genera cierta incomodidad. Hubiera querido hacer más, mucho más. Afortunadamente, hoy me sucede en funciones una persona que se mostró dispuesta a continuar con el proceso que hemos iniciado y le deseo el mayor de los éxitos.
Por Lic. Santiago Aberastain para Observador Central.
Ex Subsecretario de Turismo de Puerto Deseado.
[i] Programa de Fortalecimiento y Estímulo a Destinos Turísticos Emergentes.