No se puede definir desde el sentido común mediático la institucionalidad con ´motes´ que reemplacen los conceptos. La economía y política no admiten la superficialidad de calificativos de operaciones de prensa. En este artículo, el autor, conceptualiza el Modelo de los Kirchner, más allá de cualquier mote mediático interesado en hacer leña del árbol caído. El artículo conceptualiza la lógica del Kirchnerismo y del Macrismo desde un análisis crítico que invita a pensar reflexivamente acerca de la forma en que nos convertimos en ciudadanos y opinamos como tales.
(Año 2 / Edición Nro. 79 / 10 de Febrero de 2016 /Provincia de Santa Cruz)
La protesta social. Entre un post neoliberalismo progresista y de derecha moderada
El caso Milagros Sala, está dando a los argentinos en general y a los Santacruceños en particular, una oportunidad inédita de conocer valorativamente el significado profundo del Kirchnerismo para la política, la sociedad y la economía Argentina. En términos locales y territoriales, es también una oportunidad para aprender con cierta anticipación las implicancias probables de lo que pueden llegar a ser los próximos cuatro años del Gobierno de la Dra. Alicia Kirchner para Santa Cruz.
En materia de movimientos sociales, el caso Milagro Sala, representa una escena que invita a ser pensada como una explícita forma de construcción de ciudadanía legitimada en un escenario político pos neoliberal como el instituido por el Kirchnerismo autoproclamado como gobierno progresista.
El Post Neoliberalismo, en su sentido más puro, implica conductas de gobiernos progresistas de izquierdas o derechas que buscan reestructurar las relaciones capitalistas mediante consensos y herramientas que corrijan y superen lo peor del Neoliberalismo, es decir, del capitalismo salvaje. El Estado Argentino, durante los gobiernos Kirchneristas activó en materia económica y transformó la reconversión de la protesta social de los excluidos bajo la forma de mediaciones y mediadores políticos en todo el territorio nacional.
Esta táctica le permitió controlar la potencial protesta social de excluidos estructurales de los alcances de la mano de los Estados Provinciales. Semejantes mecanismos se operaron con poderes paralelos con fuerza de movilización, tipo movimientos de trabajadores sindicalizados estatales o de las actividades productivas y de servicios. Al mejor estilo Pos Neoliberal, lejos de rechazar la movilización social, las articuló de manera directa e introdujo contenidos de igualdad de oportunidades o justicia social redistributiva.
Lo construido no en el entorno de Milagro Sala, constituye dentro de este modelo, un particular ejemplo y resultado de un caso de mediación social alternativa a la forma que asumía y todavía asume el Estado y la Sociedad en el Territorio del NOA donde las desigualdades históricas y estructurales están muy lejos la desigualdad de la Capital o Santa Cruz.
Hoy, el tratamiento político, mediático y judicial, dado al caso de Sala, representa una escena esperable, respecto al lugar que ocuparán la protesta social en términos de criminalización y/o aceptación y los poderes paralelos del Estado Nacional. Y este es un punto central en Santa Cruz, donde no hay movimientos sociales y en el que los sindicatos estatales y privados representaron y al parecer todavía representan, fuerzas de apoyo del actual gobierno de la Dra. Kirchner, y que acudieron electoralmente a diferenciarse del presunto Neoliberalismo de Macri.
En el mes de enero del 2016, desde el debate público hegemónico y en la propia autodenominada “resistencia” de cuño Kirchnerista, se pide explícitamente distinguir con precisión conceptual y jurídica identificar la diferencia entre estar ante un derecho a la protesta y movilización social ante el Estado y los poderes corporativos. Se pide diferenciar la protesta de presuntos hechos de falta de transparencia de manejo de recursos económicos estatales.
Este casi consenso de opinión pública de diferenciación, no es un tema menor, pues la próxima libertad de Milagros Sala, ante el procedimiento político que la llevo a la cárcel, dejará un antecedente jurídico que fijará en el imaginario social la forma ser estándar que asumirá el Gobierno de Mauricio Macri en materia de construcción ética de justicia y respeto a la ciudadanía que se movilice a protestar.
Digámoslo de manera más directa: sí los tiempos de acumulación de pruebas contra Sala por presuntos ilícitos, coinciden con la todavía prisión por contravención, la ciudadanía argentina que se movilice contra cualquier fenómeno de injusticia, podría ser objeto del efecto “Sala”. Sí así continúa esta historia, Macri habrá culminado su “luna de miel” con los sectores sociales genuinamente progresistas y de centro izquierda que hasta ahora sólo sospechaban de su ideología neoliberal de antaño.
Estamos entonces ante la posibilidad de aprender a diferenciar – al menos desde nuestra perspectiva de análisis- otros planos de la política pública de cuño Kirchnerista. Es decir, estamos ante una oportunidad de poner en valor analítico ciertos contenidos de resultados sociales del gobierno saliente que en términos de políticas públicas y sociales actuaron en la dirección estratégica de construcción de ciudadanía en términos de equidad y participación mediante protesta.
El contenido cultural de construcción de ciudadanía que queremos poner en escena es el derecho social a protestar y movilización estructurado como parte de la identidad de los movimientos sociales y de los movimientos de los trabajadores y que fuera ampliamente legitimado por el Estado en Jujuy y en Santa Cruz durante el Kirchnerismo.
Hoy, el control del Estado Post Neoliberal, ha pasado a manos de un grupo de poder con identidad explícita de origen neoliberal. Este asociado -hasta ahora- con liberales clásicos peronistas, como ser el caso de Massa, admite sin mayor preocupación, que desde la autodenominada “resistencia” se les tilde erróneamente con el mote de “neoliberales”. Queremos sostener enfáticamente que esto no es tan así, que el Gobierno de Macri y los discursos de “resistencias” actuarán más lejos del neoliberalismo ortodoxo de los años 80´y 90´y si más cerca del Post Neoliberalismo instituido en los últimos diez años desde el propio Estado.
Tildarlos de estrictos neoliberales supone desconocer las formas actuales que asume la reestructuración del capital global en los usos del Estado, los territorios y las sociedades; supone también excluir del análisis objetivo lo mejor del Kirchnerismo, que por estos días intenta ser desacreditado instituyendo como agenda pública lo peor del Kirchnerismo.
En nuestra perspectiva de análisis, silenciar ciertos contenidos de justicia social inclusiva y alcanzados como derechos adquiridos de ciudadanía, incluido el derecho a la movilización social, representaría un retroceso ideológico de la propia democracia más allá del gobierno saliente y en contra del gobierno entrante.
Por ello, el gobierno nacional actual, no responde ante la calificación e insulto de ser “neoliberal”. Más aún, pareciera serle redituable políticamente en el contexto planetario capitalista, que una palabra incorporada en el sentido común del gran capital y la propia ciudadanía -cuya mayoría no entiende acabadamente su significado ideológico, ni la moviliza para ir en contra- les sea aplicable a sus primeras acciones de macro economía.
El mote le es funcional a las señales que el mercado debe escuchar para volver a creer en invertir, alcanzar seguridad jurídica y saber que habrá baja conflictividad social. Por eso el mundo mira el caso Sala, no por sus ilícitos o su persona, sino por el signo de la política que se dará al mundo capitalista respecto a la protesta social.
Es que el Post Neoliberalismo, jamás ha negado ejercitar y promover el capitalismo desde el Estado. La particularidad del grupo de poder de cuño Kirchnerista es que promovió activamente herramientas de equidad social, la integración latinoamericana sin connotaciones ´raciales´ y teniendo como principal contradicción el construir como anti tesis del capitalismo salvaje a los Estados Unidos. El gobierno de Mauricio Macri, cambiará los actores de interacción capitalista, pero no totalmente las formas de ser de un Estado Pos Neoliberal.
Durante los autodenominados gobiernos progresistas de cuño Kirchnerista, el Estado junto con producir mediadores sociales alternativos a los Estados Provinciales, incubaba a la vez una serie de problemas de calidad. Milagros Sala en Jujuy, representó a todas luces uno de los mecanismos de penetración capilar de las estructuras de poder provincial tradicional que generaban desigualdad histórica.
La existencia de este tipo de liderazgos, engendró a la vez, nuevas desigualdades y nuevas relaciones de fuerza y poder, funcional al grupo de poder en el Estado y autoritarias en las sociedades en las que actuaban. En las provincias ´ricas´ y amigables, ese poder paralelo, descentrado de las funciones del Estado Provincial, lo ocuparon, por ejemplo en Santa Cruz, una importante cantidad de sindicatos estatales, privados, y movimientos políticos que administraron programas sociales.
En el plano nacional, este presunto problema de ampliación de derechos sociales legitimados a la ciudadanía, más allá del caso Milagro Sala, es el asunto que pareciera pretende corregir el Macrismo. Para ello, deberá eliminar “el virus” que portan los movimientos sociales construidos desde el Estado auto proclamado progresista o en su defecto, deberá sostener o construir una nueva paternidad de corte populista.
El poder sectorial de movimientos sociales o agremiados afines al aparato estatal representa entonces un problema de ciudadanía y que hoy hay que gerenciar en relación con el Estado (movimientos sociales y sindicatos estatales) y relación con el gran capital y el rol del Estado (Sindicatos asociados a la producción). Estos escenarios representan un problema neurálgico que signarán estos cuatro años de gobierno allá y acá en Santa Cruz.
Paradójicamente será este el mismo problema que deberá enfrentar más tarde que temprano la Gobernadora Dra. Alicia Kirchner, con los hoy sindicatos amigos y los estatales. Lo que está sucediendo por estos días en las rutas de la provincia de Santa Cruz, representa estas nuevas formas de relaciones de poder que los ciudadanos ejercitan, más allá de quien es el amo de turno.
Por Ignacio Guillotín para Observador Central