Ha culminado el año electoral en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA). Luego de un calendario electoral que finalizó con la elección del Centro de Estudiantes en la UACO, se eligieron, además, en las distintas Unidades Académicas en Octubre y Noviembre los miembros de los Consejos de Unidad de las respectivas sedes, así como autoridades de Decanos y Rectorado. En este artículo se introduce al lector universitario y no universitario en el análisis de las características de la Ingeniería electoral que ha llevado a instalar ante la comunidad universitaria y sociedad de Santa Cruz dos Paradigmas antagónicos de formas de pensar, vivir y actuar en la democracia universitaria.
(Año 2/ Edición Nro. 72/ 30 de Noviembre de 2015/ Río Gallegos). Queremos advertir al lector no familiarizado con la cultura Universitaria de la UNPA, que quienes adscribimos a la lectura de dos formas mínimas de ver la Universidad pública, consideramos de entrada que la misma es una Institución Social democrática. En tal sentido, allí adentro también hay disidencia de opiniones y visiones que disputan poder político interno. En esta ocasión presentamos una visión alternativa a la hegemónica, que actualmente la gobierna.
Quería comentarles que una de las características que define el estatus de ser universitario, es que éstos, entre sus funciones laborales específicas se ocupan de desnaturalizar la realidad. Realidad que para los hombres y mujeres –no familiarizados con el saber científico- se presenta casi siempre como natural, como realidad dada, como sentido común incuestionado. No obstante, esta función social no exime a la cultura universitaria de construir su propia realidad como naturalizada.
De hecho, las normativas y reglamentaciones que para muchos integrantes de la cultura universitaria se tornan como “sagradas” e incuestionadas, son construcciones humanas; construcciones resultantes de las relaciones de poder interno de la Universidad que han sido legitima y legalmente instituidas en la historia de la misma.
Una de las realidades que puede presentarse como naturalizada, emerge a partir del actual modelo organizacional de la Universidad. Modelo que incluye en su régimen democrático institucional su propio Estatuto actualizado del año 2010. A partir de este se establece -por ejemplo- su régimen electoral. Esta herramienta de la democracia interna, la diferenciamos de su ingeniería electoral, entendiendo que el régimen electoral se materializa mediante Ordenanzas, Resoluciones, Disposiciones, etc. adecuadas legalmente al plano estatutario.
Contrariamente, la ingeniería electoral trata de las prácticas políticas de construcción y usos políticos del andamiaje normativo institucional con propósitos de alcanzar o sostener el poder. Temporalidades y prácticas de usos de la normativa pueden ser objeto de discusión pero siempre pueden ser referenciadas al Estatuto, a la Constitución Nacional, etc. con lo cual siempre habrá una zona difusa entre Ingeniería y régimen democrático.
Ambas definiciones ad hoc nos permitirán abordar la cultura universitaria a propósito del sentido común que sustentan las diferentes formas de ver, pensar y actuar en la Universidad Pública. En ese sentido, nuestra premisa es que lo natural en la misma es el sentido de la democracia vivida como valor compartido y por lo tanto es casi incuestionado. Es decir, que existe una forma dominante de entender la democracia con lo cual la Ingeniería electoral que resulta casi invisible, será escasamente interpelada y con ello las relaciones de poder que instituyen sentidos comunes también incuestionados.
Elecciones de Rector y Vicerrector. Resultados del régimen electoral
El Estatuto de UNPA organiza la universidad en 4 Sedes (Río Gallegos, Caleta Olivia, Puerto San Julián, y Río Turbio), y un Rectorado que funciona en la Capital Provincial. Cada Sede se la denomina Unidad Académica y es gobernada por un Decano y Vicedecano que son elegidos de manera directa y ponderada por porcentajes en cada claustro y subclaustro, siendo significativo el poder de los estudiantes que representa el 40% del padrón electoral total para dichas elecciones. Por su parte, el Rectorado es representado por la figura de un Rector y Vice, quienes son los responsables de representar, coordinar y potenciar las sedes en el territorio, siendo elegidos de manera indirecta.
Quería recordar a nuestros lectores, que por primera vez en más de una década en la UNPA se presentaron dos fórmulas para el Rectorado. La lista patrocinada por la actual rectora -y que resultó ganadora- estuvo encabezada por su actual Vice Rector Ing. Hugo Rojas y como Vice la Decana saliente de Puerto San Julián. Mag. Malik de Tchara. La fórmula opositora propuso como candidato a Rector al Dr. Alejandro Súnico, y como Vice al Mag. Mario Palma Godoy, Director del Instituto de Trabajo Economía y Territorio (ITET) de la UNPA-UACO. Por amplia mayoría la fórmula de la actual conducción resultó indiscutiblemente ganadora. Este hecho fue legal, legítimo y fundamentalmente democrático.
El sistema democrático actual, reformado el año 2010, prevé elecciones directas de Consejeros por claustros y Subclaustro de Unidad, ante el Consejo Superior y Asambleístas para votar Rector y Vicerrector cada 4 años de manera indirecta. Es decir, el cargo de las máximas autoridades (Rector y Vicerrector) se hace a través de los electores anteriormente citados y no mediante el voto directo del total del ciudadano universitario (alumnos, profesores, auxiliares, no docentes).
El 12 de Noviembre del 2015 , ocurrieron las elecciones de las Máximas autoridades del Rectorado con un total de 70 asambleístas acreditados. Para llegar a este momento, en cada sede de Unidad se eligió el pasado 9 de Octubre consejeros de Unidad titulares (1 No docentes, 5 Alumnos, 3 Profesores, 2 Auxiliares) y suplentes. Estos, junto a sus Decanos y Vice Decanos de cada Unidad Académica, pasaron a integrar la ASAMBLEA UNIVERSITARIA que resolvió quienes resultaron electos como nuevas autoridades de la UNPA.
La Universidad como Objeto de Derechos: Oficialismo
Sustentada en una concepción de la política de educación superior que se reconoce en una política de Estado que contiene la Universidad pública desde la Secretaria de Políticas Universitarias, concentra sus líneas de acción política en el desarrollo institucional alcanzado a nivel de todos los actores, y propuso fortalecerlo con una serie de Programas Institucionales existentes y por desarrollar, entre los que se destacó: la elaboración de un presupuesto participativo a nivel de cuerpos colegiados desde las Unidades Académicas; así como también propuso mejorar la presencia territorial en las comunidades, y la actual estructura de servicios académicos y no académicos que desarrolla la UNPA Bimodal.
La Universidad como Objeto de Integración y Democracia: Oposición
Se trató de un plan de acción política que reconoció lo construido a nivel de funciones básicas institucionales (Investigación, Docencia, Extensión y Transferencia Social), pero propuso corregir la dinámica de integración actual del sistema UNPA con una mejora de transparencia en el rol del Gobierno del rectorado respecto a cada Unidad Académica; propuso para ello mecanismos de mayor transparencia democrática, incluyendo el manejo de presupuestos públicos y una descentralización efectiva de Río Gallegos, a la vez que mayor impacto territorial efectivo.
Las diferencias de fondo en las formas y estilos
El Dr. Alejandro Súnico (Integración y Democracia) fue claramente consciente que asistió a un escenario predefinido electoralmente; pero lo hizo explicitando que era necesario comenzar a mostrar ante la comunidad universitaria y la sociedad de Santa Cruz, que es necesaria una mejora en la forma de participación, representación y gobernabilidad institucional.
En este postulado se sustentó la idea que reconoce la legalidad y legitimidad del modelo de gobierno universitario actual de la UNPA, pero también se expuso acerca de la necesidad de instituir a la Universidad Pública como ejemplo ante la sociedad de Santa Cruz en cuanto a forma de democracia directa en su régimen electoral.
La Ingeniería electoral. Los estudiantes y la cultura política universitaria
Un ejemplo de cómo la ingeniería electoral opera a través de la normativa reglamentaria nos ha enseñado recientemente acerca de cómo mediante dos fórmulas de cálculo contable se desalienta cuidadosamente la construcción estable de movimientos estudiantiles dentro de las Unidades Académicas. El ejemplo, que no es el único, ocurrió recientemente en un proceso electoral del claustro estudiantes de una de las Cuatro Unidades Académicas del sistema UNPA.
Los estudiantes votaron en las elecciones de Alumnos Consejeros sobre un padrón habilitado de 714 electores (100%) según lo determinado por la Junta Electoral. Participaban 4 agrupaciones estudiantiles que sostienen cuatro visiones de entender la Universidad. La primera –sostenida oficialmente y presentada como “apolítica”- obtuvo 181 votos; la segunda, alcanzó 101; la tercera, logró 93, y la cuarta obtuvo 66 votos; estas tres listas restantes se reconocieron explícitamente como “políticas” y con identidades de sus miembros en las fuerzas democráticas de la sociedad.
En total votaron 439 alumnos del padrón; es decir, el 61,48% del 100% (714 electores). Así las cosas, la lista ganadora obtuvo 181 votos, mientras que entre las tres restantes alcanzaron 260. Tal como veremos a continuación por normativas internas y mecanismos electorales, los 5 cargos que se convertirían en Consejeros de Unidad y electores de la Asamblea Universitaria quedaron en manos de la lista que obtuvo 181 votos. Las restantes perderían su representación por una cuestión de porcentaje y formula contable.
Con esto queremos decir que de acuerdo a la reglamentación de fondo vigente, Ordenanza del Régimen Electoral 165-CS-UNPA, se encuentra establecido que para comenzar a disputar la distribución de cargos cada lista del claustro debe alcanzar el mínimo del 15% del padrón total. Es decir, fija la distribución sobre el 100% del padrón habilitado (714). A su vez, el sistema Don’t (otra reglamentación que se aplica) fija la distribución de cargos conforme al 100% de los votos efectivos alcanzados por parte de quienes alcanzaron el 15%. Entre ambas fórmulas de cálculo, resultó en el ejemplo señalado que, sólo la lista que obtuvo 181 votos (que alcanzó el 15%) obtuvo la totalidad de los 5 cargos de consejeros estudiantiles, mientras las otras 3 listas quedaron sin representantes por no haber alcanzado el 15% del padrón total.
En el caso reseñando resulta paradójico y hasta anticonstitucional que la mayoría de los estudiantes que votaron (los 258 votos de las tres listas restantes), quedaron excluidos de la representación en el cuerpo colegiado de la Unidad Académica, del Consejo Superior y por supuesto de ser electores asambleístas de las máximas autoridades. La participación electoral de los movimientos estudiantiles que se auto reconocían con identidades externas políticas haciendo política universitaria, sólo lograrían dar legitimidad democrática a un proceso electoral donde no lograron por reglamento representación de tres sectores estudiantiles: la mayoría efectiva de los votantes.
La agrupación política estudiantil que logró los 5 cargos de consejeros, no sólo obtuvo así democráticamente el poder político formal, sino que en su definición de “a-políticos” y hacer sólo política universitaria (la del oficialismo) concurrió el 12 de noviembre a votar máximas autoridades de rectorado, sin buscar, ni siquiera intentarlo, el mandato de la mayoría estudiantil ¿Supieron los estudiantes que votaban indirectamente autoridades? Así funciona la Ingeniera electoral, naturalizada como realidad incuestionada.
Curiosamente, cuando culminamos la escritura de esta primera parte de este artículo, ocurrieron en esta misma Unidad Académica elecciones de Centro de Estudiantes. Estas ahora se realizaron en una etapa que podría pensarse como de desmovilización estudiantil y sobre un padrón abierto de 2437 estudiantes, donde en esta ocasión sólo concurrieron a votar menos de 500 y con los mismos resultados. Según la perspectiva de dirigentes estudiantiles, que también sabían con quien competían para perder, no fue extraño que asistieran a votar No docentes, que revisten también como alumnos y que por lo tanto podrían figurar en dos padrones. La ingeniería rinde sus frutos.
El desaliento, la ingeniería y la disposición del aparato de quienes controlan el tablero del cronograma electoral, se tornan visibles ante cualquiera que se anime a desnaturalizar el sentido común del proceso del movimiento estudiantil. Ante este escenario de la democracia no es raro escuchar por los pasillos universitarios las jergas burlescas de quienes en nombre de la “no política” o política universitaria y sin partidos políticos se jactan de ganar elecciones porque son muy buenos electoralmente.
Por MPG para Observador Central.