(Comunidad petrolera, juventud y calidad de la política)
Existen pocos indicios históricos de que las sociedades se suiciden y Caleta Olivia no es la excepción. La imagen que hoy se fija en la retina de propios y extraños es algo que puede cambiar. La ciudad vive su 113° Aniversario entre una agenda de actividades de cultura y deporte y una crisis inédita de gobernabilidad social, ambiental y económica.
Los indicadores de calidad de vida de sus habitantes, y especialmente en los grupos más vulnerables como los jóvenes, expresan a diario un panorama que pareciera tener un destino sin retorno. Es en estos momentos donde la memoria histórica se nos presenta como recurso para recuperar pinceladas del desarrollo urbano del pasado reciente y demostrar que el 114° Aniversario podría tener una fiesta colectiva más prometedora.
(Año 1 /Edición Nro. 20 /17 de Noviembre 2014/Caleta Olivia) Quisiéramos comenzar esta reseña, advirtiendo al lector una verdad de Perogrullo: El 113° Aniversario tiene como principal agenda de la ciudad una crisis de gobernabilidad que viene dañando a los ciudadanos de Caleta Olivia. Por ello advertimos que la gobernabilidad de una ciudad no es patrimonio de un gobierno, sino del Estado. De allí, aunque suene como algo obvio, se dirá que creer que el Estado es patrimonio de un Gobierno, o de una persona, sería un acto de miopía intelectual y de cierta soberbia. Hecha esta aclaración, asumiremos que la crisis de gobernabilidad no es exclusiva de los ciudadanos. El amo existe porque existe el esclavo, y el esclavo existe porque hay una sociedad y un sistema político que así lo permite.
En las sociedades republicanas, los sistemas sociales que impiden que el Estado funcione sin un mínimo de eficiencia exigen que el poder legislativo esté a la altura de las circunstancias para corregir excesos de poder, ineficiencias y daños a los ciudadanos. Cuando la relación de fuerzas entre el poder ejecutivo y la representación legislativa de las restantes fuerzas políticas y sociales no logra corregir los excesos es deber de la justicia dirimir a favor de los intereses de los ciudadanos. Caso contrario, ese lugar lo ocupará la violencia y se instalará la cultura de la ‘ignorancia’ como verdad legítima.
Lo que supimos ser: Construir instituciones de abajo hacia arriba
Caleta Olivia se ubica geográficamente en el norte de la provincia de Santa Cruz, con una población que asciende a los 60.000 habitantes aproximadamente. Es la segunda ciudad en importancia estratégica y política dentro del área provincial. Su posición geográfica la sitúa como punto de convergencia y ciudad clave en la comunicación patagónica.
Caleta Olivia, organizó su vida institucional desde 1901 a 1944 bajo la órbita del Territorio Nacional de Santa Cruz, y entre 1944 y hasta 1949, estuvo bajo la órbita de la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia; luego cuando en 1957 se provincializaron los territorios nacionales, la ciudad se integró definitivamente a la provincia de Santa Cruz.
Desde la cultura lanera de principios de Siglo XX, y luego de la mano de la vida petrolera a mediados de siglo, supo ser una ciudad que construía instituciones de abajo hacia arriba. Sólo para recordar, la cultura lanera construyó embarcaderos, caminos, viviendas y hasta dio vida a la primera escuela, sin la presencia del Estado. Con el advenimiento del petróleo en los años 60’ comisiones de padres levantaron escuelas técnicas, iglesias y fueron capaces de dar vida a proyectos de todo tipo tales como clubes sociales y deportivos, instituciones educativas y organizaciones comerciales, etc. En ambos períodos pensar en la juventud era proyectarse en el futuro, primero para alcanzar la escolarización, luego para lograr estudios universitarios. Esto no era utopía, era un proyecto en el que la juventud era vista como dirección del futuro y, a su vez, era percibida de manera positiva.
Se inicia de “arriba” hacia “abajo”
La primera etapa de la cultura petrolera, de la mano del Estado, se caracterizó por un efecto derrame que potenció la infraestructura pueblerina. Así, el muelle embarcadero de petróleo, la mejora de comunicaciones terrestres, la construcción de viviendas por planes, los primeros asfaltos sellaron el fin de los años 60’ con una primera forma de pasar de ser pueblo a adquirir fisonomía urbana. Sólo para ser indicativo, a partir de 1968 agua, luz, gas y viviendas comenzaron a correr de la mano del Estado.
Ya en los 70’ se iniciará la regulación urbana: Plaza del pueblo, traslado de cementerio, nuevos colegios, apertura de avenida costanera, señalaban un mínimo de ordenamiento del ejido urbano que se ejecutaba desde lo Estatal.
En los años 80’ el proceso migratorio, asociado a la expansión petrolera, instalará nuevos problemas urbanísticos tales como déficit hídrico, habitacional, junto con las necesidades de expansión de servicios y de ordenamiento del parque industrial. Aumento de población y Estado provincial en gradual expansión mostraban una ciudad cuya gobernabilidad todavía dependía poco del Estado Municipal (Éste más bien era recurrente en servicios básicos de barrido y limpieza).
La ciudad paso así de tener 161 habitantes registrados el año 1947 a 3.639 en 1960 y 13.336 diez años después, ascendiendo a 20.234 en 1980. En todo este contexto los planeamientos urbanos siempre resultaron antagónicos entre lo que había trazado YPF en función de su política de planear la ciudad y las modificaciones que comenzaba a introducir el Estado Provincial y la propia dinámica de ocupación del espacio que realizaban los nuevos inmigrantes y de la que comenzaría a ocuparse la Municipalidad. Ante estos cambios la juventud también ocupó un lugar, se encontró con todo subsidiado y muchos, no todos, comenzaron a pensar que valía más la pena trabajar que estudiar.
Ocaso del Estado petrolero: Ajuste social y económico de Caleta Olivia
El advenimiento democrático del año ‘83 mostraba una ciudad con una herencia de problemas de desarrollo urbano y nuevos emergentes. El Municipio comenzó a ser protagonista definitivo de la vida social y económica. Por entonces, puerto y aeropuerto se instalaban en el lenguaje del Estado y en los aniversarios de la ciudad. Por entonces el Intendente Benítez decía “…ahora a los 90 años hemos cumplido… tendremos una humilde pista, pero apostamos al futuro donde alguien pueda hacerle a la pista el hormigón; el puerto hemos hecho lo imposible por hacerlo, no logramos concretarlo, pero hemos dejado abierto un surco, se ha avanzado, el nuevo intendente ya tiene la posibilidad cercana de poder tener un puerto para Caleta Olivia (Periodo 1987-1991)”.
A nivel social, vendrían años más difíciles en la ciudad, pues la privatización de YPF (1992) y la re estructuración del rol del Estado impactó definitivamente en la ciudad. La desocupación abierta, la salida de la mujer a trabajar, el abandono escolar culminó en una baja calidad de vida de los habitantes. Desde entonces la institución municipal, queda constreñida a ofrecer no sólo la atención de servicios esenciales, sino a gobernar su propio desarrollo económico. Desde entonces las municipalidades se complejizaron en su manejo y se inició un proceso de exigir a sus gobernantes conjugar calidad de la política con resultados de gestiones para generar sustentabilidad.
En el caso de Caleta Olivia, las repuestas desde el Estado Municipal optaron por la salida fácil y usaron los recursos de la distribución de la renta obtenidas por regalías petroleras para incrementar la planta municipal en lugar de generar procesos de acumulación de capital local.
El mundo global se instala en el plano local y la provincia ocupa el lugar del Estado Municipal.
En este escenario el Estado Provincial se tornó omnipresente. Las crónicas de la época dan cuenta de que en 1998 Caleta Olivia se proyectaba como “La ciudad santacruceña inaugura hoy caleta Paula…reafirma la presencia de Santa Cruz en el sector pesquero industrial y conforma un polo de desarrollo junto a otros puertos de las región”. Era el entonces Gobierno de Néstor Kirchner que provincializaba una política de obras de infraestructura, proponía que los gobernantes locales trabajaran por una economía diversificada, se promocionaba el corredor bioceánico y la reconversión a través de la diversificación económica.
Los proyectos de destilería, terminal de combustible, el astillero, el puerto multifuncional, los talleres de reparación de buques y los nuevos barrios provinciales formaban parte de las utopías que proponía la ciudad para buscar inversores para su desarrollo económico e industrial. Se proyectaba sin temor trabajar para tener una ciudad cuya expansión demográfica llegaría a disponer entre 50.000 y 80.000 habitantes. Tal confianza había en el desarrollo, que la propia Universidad Nacional de la Patagonia se aventuró a comprometerse en un desarrollo estratégico que proponía un perfil de ciudad que incluiría puerto, petróleo y otras alternativas a nivel global.
Los Kirchner llegan a la Casa Rosada y los profesionales vuelven a la ciudad
Cuando el equipo político de Néstor Kirchner se traslada a Buenos Aires, era común escuchar en la ciudad que se habían llevado a sus mejores hombres, indicando con esto que la calidad de los gobernantes y equipos que quedaban en Santa Cruz ofrecería dificultades a la hora de gobernar. Algunos siguen y seguirán discutiendo si los políticos locales supieron aprovechar las posibilidades de articular o no eficientemente con el Estado Nacional las oportunidades de haber llegado a la casa Rosada. Lo cierto es que en Caleta Olivia se instaló entonces el discurso de la dignidad local: “los hijos del pueblo vuelven a la ciudad como profesionales y quieren aportar” y ese discurso le valió la victoria electoral al escribano Fernando Cotillo para gobernar entre el 2003 y el 2011.
Fue en este contexto donde el desarrollo urbanístico, el ordenamiento territorial, la planificación económica, basada en la participación social conoció el último proyecto de ciudad. Por entonces la obra pública se visualizó como estrategia de base, a la que se sumó la creación de una red de transporte público, unas 2000 viviendas, la construcción de nueva infraestructura cultural, el avance en las telecomunicaciones, la adecuación del parque industrial y la radicación de unos 200 emprendimientos en el mismo.
Los huevos de la “dignidad”
Hoy, otra es la imagen de la ciudad y su desarrollo urbano. Con el mismo Gobierno Nacional en la Casa Rosada, con el mismo signo político del gobierno provincial en Río Gallegos, Caleta Olivia se ubica lejos de esa imagen gloriosa de pioneros, ya que presenta mayores similitudes con pueblos devastados del medio oriente que con la ciudad que muchos soñaron con el devenir de la historia. El panorama ambiental urbano, la base económica de exclusión social y laboral, sobre todo de las generaciones más jóvenes que ni estudian ni trabajan es la imagen en la retina en este 113° Aniversario.
Cientos de nuestros jóvenes no tienen calificación básica, no reciben aportes sociales, ni salario estable, no conocen obra social, ni derechos laborales, ni esquemas de promoción como personas para reintegrarse a los mercados de trabajo calificados. Hoy, la realidad local supera la ficción. Y sólo a modo de ejemplo: Hace pocos días el Concejo Deliberante de la ciudad, los dos bloques que conforman las representaciones políticas intentaron debatir sobre la pertinencia de un Juicio Político al actual Intendente. La iniciativa fue desbaratada a “huevazos” sobre el edificio comunal por un grupo de jóvenes y adultos de un programa denominado de 1840 (en honor al monto que recibían que era inicialmente de $ 1840). Este grupo de personas, que forma parte del ejército de reserva de desocupados actuales, aludía en su justificación en medios locales que realizaron el “escrache” en defensa del Intendente actual porque éste les había hecho “recuperar la dignidad”. Para quienes vienen siguiendo esta nota comprenderán que si la dignidad son $ 1840 pesos; jóvenes colgados en camionetas recogiendo basura sin equipamiento de seguridad, clínicas cerradas por vendettas políticas, equipamiento urbano devastado, además de esa sensación de abandono y desprotección estatal por la falta de agua y de seguridad estamos ante un concepto de “dignidad” que supera cualquier análisis.
Hacernos cargos
Las sociedades no se suicidan y por ello debemos trabajar para evitar que nuestros jóvenes se transformen en “prisioneros de guerra” por no tener acceso a la educación ni a los mercados de trabajo formales. Los “prisioneros” pueden transformarse en “esclavos” y por ello los legisladores deberían comprender y aprender que la “dignidad” presente en “cada huevo” representa hoy lo único que tienen como presente muchos de nuestros ciudadanos.
Por ello, deberíamos, ellos y nosotros, ser capaces de poner en debate si éste es el concepto de dignidad que queremos para las presentes y futuras generaciones de Caletenses. Lo que ha ocurrido, no es un tema menor, se trató de a una clara defensa del esclavo a favor de su amo, y éste está en condiciones de darle un plan a cambio de fidelidad. Como el “esclavo” no conoce otra cosa, defenderá legítimamente por “amor” o por “temor” lo único que conoce y le da presente. Por ello, concluimos: Las sociedades no se suicidan, pues hay dos herramientas que aún pueden vencer la historia de desigualdad y de exclusión social: PERDER EL MIEDO y EDUCAR DE MANERA LIBERADORA.
Por Melva Rodríguez para Observador Central