Año 7 / Edición XXXIX / Santa Cruz / 20-09-2021 / ISSN 2422-7226
Por Ignacio Guillotin para el Observador Central
Se ganan y se pierden elecciones, se establecen ilusiones y deseos posibles para noviembre del 2021 y para el año 2023. En esta nota revisamos algunas conclusiones del resultado del testeo electoral del pasado 14 de septiembre, a la vez que sugerimos algunas ideas clave para quienes operan los escenarios políticos locales en Santa Cruz.
La invitación es abierta para debatir ideas que construyan ciudadanía política ante las nuevas generaciones, puesto que el sistema democrático que hemos sabido construir -o destruir-, sigue siendo la principal forma de expresar las formas de vivir el mundo, ya sea que soñemos cambiar o que queramos mantener, como ejemplo de lo bien que vivimos.
Encuentro al menos 9 buenas razones que explican los resultados electorales provinciales y los escenarios posibles de ser pensados a partir de noviembre de 2021:
Ausencia de ciudadanía política: A la ciudadanía en general NO le interesa participar en el acto eleccionario porque estas primarias no tienen motivación emocional, material o ideológica, ni personal ni sentido de proyecto colectivo. Se asume como normal que se trata de un festín para unos pocos círculos de la política y para quienes viven fundamentalmente del Estado Provincial. La gran mayoría es invitada a participar en términos personales por los medios de comunicación en nombre de la democracia electoral, pero casi todos asumen desde el sentido común que las elecciones primarias y las precandidaturas –entre quienes se presumen como ganadores potenciales- es una cuestión de cúpulas, en donde ni siquiera se trata de convocatorias o consultas a internas partidarias. La ciudadanía en general sabe que entre los principales frentes electorales, los electores en las primarias se moverían en tres espacios principales: a) los que conforman una burbuja de rehenes del Estado y militantes con convicción de base peronista (Frente de Todos), b) los que constituyen una ciudadanía que se moviliza por el enojo hacia todo lo que representa el gobierno provincial (Juntos por el Cambio), y c) los que pretenden construir poder electoral y político para llegar a la gobernación en 2023.
Bajo nivel de liderazgo provincial de los precandidatos: Los seleccionados por las cúpulas de las distintas estructuras políticas dominantes pueden ser buenas personas, tener trayectorias de militancia, ser intentos de outsiders, ser sinceros en sus aspiraciones, pero no tienen perfil legitimado de conductores, ni de cabecillas políticos regionales, ni de ser líderes en las unidades partidarias totales, ni sesgos de estadistas. Por sobre todo, no representan construcciones colectivas de bases ciudadanas; son definiciones de cúpulas, pues no han surgido de internas partidarias, ni de movimientos sociales: en todos los casos son poderes prestados. Este perfil es válido para las tres fuerzas principales que se confrontan en la provincia, pues en el caso de la herencia de Eduardo Costa, esta se trasladó en gran medida a Roxana Reyes; en el caso de Gustavo “Kaky” González, este precandidato contó principalmente con el apoyo de Kirchnerismo sincero, y por último, Claudio Vidal debe su construcción como precandidato a la cúpula que actúa en nombre del movimiento sindical petrolero y a los ex Frente para la Victoria, que buscan revancha ante el riñón duro del kirchnerismo mediante la presencia de viejos peronistas que viven de la añoranza de haber perdido todo, incluido su influencia electoral.
Incapacidad de innovar en propuestas legislativas: Los discursos de los precandidatos en estas elecciones primarias no fueron exigidos a ser creativos, ni a proponer asuntos originales que trasvasen y alcancen a todos los segmentos sociales. Por el contrario, predominaron las expresiones de deseos, los discursos de la grieta y del miedo, es decir, cero innovación de propuestas legislativas factibles. Entre las propuestas discursivas hubo algunas utópicas, otras focalizadas en reforzar a las tropas volviendo a prometer “estar mejor” y/o infringiendo temor, mientras que otros incurrieron en el error de marketing electoral que los quiso presentar como “fuerza joven”. Sin duda, no se propuso ninguna idea que pueda ser discutida por toda la ciudadanía como tema convocante, más allá de enunciar los privilegios de un lado y del otro de la grieta santacruceña, puesto que las utopías discursivas sin poder real son eso: sólo mensajes apelativos sin posibilidades de cumplir sueños.
Recomposición de la fuerza política de cuño tradicional “peronista”: El gobierno de Santa Cruz expuso al testeo electoral a su candidato que sin duda será diputado nacional. Perdió la posibilidad de sumar por Santa Cruz «tres manos», pero ganó en su experimento provincial, que se replica en gran parte de la nación: o sea, realizar cambios de medio tiempo de algunos jugadores en el gobierno (ministros y funcionarios), para renovar fuerzas y fortalecer su presencia territorial. Con experiencia de conocer el barro, de aquí a noviembre el gobierno provincial deberá (de manera eficiente y no autoritaria si busca mejorar), acelerar la presencia de nuevos rostros en el territorio, llegar con bienes materiales tradicionales y promesas de diversa índole a un segmento importante y ampliado de la ciudadanía que hoy no llega a cubrir sus necesidades con el salario municipal o provincial, y ni que hablar de atender a los que fueron expulsados de la economía privada y no están en ningún registro para tener posibilidades de ser asistidos por el Estado. Así las cosas, es posible que un solo error de cálculo político ante la nueva ciudadanía en formación deje fuera del radar político a los “nuevos, nuevos pobres”, la clase media estatal y no estatal empobrecida por la cuarentena eterna generada a partir de la pandemia por COVID-19, o “la juventud”, que es desconocida en su comportamiento electoral, y hasta la tercera edad, que comienza a hacer un mea culpa por ver que nada cambia en un régimen electoral en el que ellos están por desaparecer.
El Estado como laboratorio de primarias para el 2023: En Santa Cruz quedó claro que la autoridad política proveniente del proyecto nacional exigía acompañar desde la totalidad del arco oficialista al candidato Gustavo “Kaky” González. El globo de ensayo representado en la figura de Javier Castro de AOMA, presentándose como alternativa sindical a la figura de Claudio Vidal, fue la antesala de una primaria que bien podía redimirse en Buenos Aires pero no dentro del gobierno de Santa Cruz. Para el Kirchnerismo que se milita en Santa Cruz quienes se alinearon con el candidato seleccionado mostraron con los votos de su territorio (Municipio) su nivel de compromiso real con el riñón duro de lo que hoy se denomina “Frente de Todos”. Los intendentes perdedores en los votos formales, actuaron como si «aún les quedara una bala” para negociar de aquí a noviembre con el Gobierno y en nombre de su compromiso real con el proyecto nacional y provincial. Esta es una herramienta que también dispone el potencial asociado al proyecto nacional Claudio Vidal, quien ganó en su precandidatura territorios municipales y puede disputarle a los intendentes díscolos del “Frente de Todos” algo más que la legislatura nacional que ya logró en esta elección primaria.
Premisa: “Mala Comunicación de los candidatos y las acciones del gobierno”: La mediatización del evento electoral demostró que el control de las noticias del gobierno, en todas las formas dominantes que operan el territorio de Santa Cruz, no logró los efectos esperados en la ciudadanía. Los intentos de llegada a los diferentes grupos de electores mostró que las políticas de medios –en especial de los gobiernos locales– son definitivamente malas, mediocres y no profesionalizadas. Los resultados asociados a lo mediático evidenciaron que la repetición de la pauta oficial cooptada en casi todos los medios provinciales, más los casos de contratación de algunos sicarios locales (expertos en espiar las vidas personales en las redes sociales), y los que como premisa, invirtieron recursos públicos (ya sea dinero y/o personal) para generar diarios digitales “innovadores” solo sirvió para cobrar algunas monedas. Nada le alcanzó al periodismo oficial de los municipios más importantes, excepto para algunos egos propios de quienes, apoyados en el amor personal por sus amos, se inmolan en el arte de diseñar estratagemas de grietas internas y externas, que dañan a propios y ajenos y no producen resultados políticos ni amplían las bases electorales.
Destinos manifiestos para quienes hagan más de lo mismo: Los asociados a la conspiración dentro del Frente de Todos deben mostrar de aquí a noviembre hechos políticos concretos ante los verdaderos dueños del poder político en Santa Cruz. Por ahora, sólo se han dedicado a buscar culpables en las tropas propias para “salvar el cuero” y reforzar la política del temor, más nunca del amor. Entre estos perdedores reales –por ejemplo, los intendentes que aspiraban a convertirse en candidatos a algo– reconocen que han perdido y saben también que el verdadero ganador sigue siendo Javier Belloni (coherencia de estilo, manejo de territorio e identidad dentro de un proyecto donde reside la Jefa Política de todos). Al mismo tiempo, también ganó, aunque parcialmente o condicionado, el precandidato Claudio Vidal, puesto que si bien su identidad de marca ganó territorialidad provincial y una diputación nacional, debe sostener su legitimidad y sus recursos económicos de sostén, que están fijados en las bases sindicales de los gremios petroleros, a la vez que debe lograr construir una ciudadanía electoral que confié en él sin depender del tan mentado “billetera mata galán”. En este sentido, es que debería también desmarcarse de un Proyecto Nacional al que responde objetivamente hasta noviembre, es decir, abandonarlo coyunturalmente si quiere disputarle la elección a Javier Belloni, referente de El Calafate. Los círculos mentores de Claudio Vidal saben que por dentro o por fuera del Frente de Todos tienen un posible candidato a Gobernador para 2023, el problema es que la ciudadanía de Santa Cruz deberá hacer un gran esfuerzo de esclarecimiento ideológico para ganarle a Javier Belloni en dicha contienda electoral. Por su parte, Roxana Reyes también ganó en lo personal y en lo colectivo, puesto que ha corrido en lo político con suerte. Su poder electoral es heredado y ganado por el descontento de quienes no creen en la izquierda, ella renovará su banca de diputada nacional, pero pasado noviembre deberá construir una performance que hoy no posee, ante un electorado de alta resistencia a su estilo y ante una ciudadanía de oposición que la acompañó para manifestar su descontento, su enojo o su «reflexión» como ha declarado.
La manipulación de la pandemia por la política de muñeca corta: Una de las consecuencias de los resultados electorales que tuvo su causa en el enojo electoral y en la no participación e inasistencia al acto eleccionario por desinterés, se explica por el manejo político utilitario de la pandemia por COVID-19. Aclaro, no me refiero al manejo de las políticas de salud de la que todos somos conscientes en virtud del diagnóstico sanitario previo; ni tampoco me refiero al manejo del control del virus, situación de la que todos debíamos aprender para conocer y entender su comportamiento, tanto en el cuerpo de las personas como en la sociedad. Me refiero al uso político hecho en los distintos municipios que politizaron su relación con la sociedad, intentando apropiarse de la situación de enfermedad sin considerar la participación de los líderes comunitarios, de los opositores, de quienes poseían algún tipo de saber especializado en materia de salud, seguridad, comportamiento social, todas personas claves para abordar de manera colectiva un tema desconocido y que ellos mismos definían como “una guerra”. Pues bien, los que han transformado esta “guerra” en una gestión de cabecillas, ayudaron en gran medida a perder las elecciones y aumentaron la desconfianza de todas las fuerzas sociales en el Estado Municipal, dado que ante posibles rebrotes de contagio o circulación de nuevas variantes/cepas del virus, este comportamiento no cambiará, los ciudadanos se refugiarán, ante dicha guerra, en cualquier lugar menos en sus gobiernos locales.
La juventud convocada con estrategias erróneas de viejos: Varios candidatos, asociados mediáticos y gurúes locales apelaron al tradicional “chori y birra”; otros creyeron que los communities managers y los diversos discursos apelativos a la juventud alcanzarían para “arrearlos” a votar. Incluso, algunos ya grandes de edad, pretendieron presentarse como “fuerza joven”. Lo cierto es que a los millennials y centennials ni le hicieron mella las convocatorias mediáticas: en realidad, ni se sabe que significan estas definiciones por ausencia de calificación e instrucción básica; menos se conoce en los ingenieros electorales, los sentidos reales de explotar recursos juveniles como por ejemplo el uso del lenguaje inclusivo, la demanda de respeto a las diversidades de género y el reconocimiento de las sexualidades disidentes. El uso de estas premisas culturales juveniles en manos de viejos actores de la política tradicional para cooptar a los jóvenes con la emisión del voto a su favor, NO EXISTE, se trata de un área de entendimiento social que resulta hoy impenetrable para el sistema político actual. Paradójicamente, allí está el gran mercado de votos a ser captado en noviembre y más allá en el tiempo futuro. A corto plazo, pensando en los dos meses que restan para noviembre, no se sí dará el tiempo para inventar promesas, aggiornarse con discursos de palabras raras y desconocidas, inventar líderes, cooptar jóvenes rentados por un par de meses o conocer en realidad qué es lo que están necesitando, al menos para aprender cómo son las nuevas formas de sentirse ciudadanos. Lo que sí es cierto que ya nada alcanza para llegar a ellos, ni siquiera para conocer cómo se han visto afectados por la extensión de la cuarentena en el contexto de pandemia y sus consecuencias, en especial ante un sistema educativo que ya les resultaba autoritario y sólo los puede motivar en tanto espacio de encuentro y socialización, dado que hace demasiados años que no los convoca como lugar para aprender. Lo cierto es que las actuales generaciones juveniles no confían en los “viejos” aunque usen discurso juvenil. Ellos –las nuevas juventudes– le dicen “arre” a la política que viene de arriba de las cúpulas y de punteros de muñeca corta; le dicen “arre” porque hace tiempo que están construyendo otra realidad desde la exclusión o en el mejor de los casos, desde otras comunidades de interacción alejadas de lo local y por supuesto de las erróneas formas de integración vertical que intentan ser convocados desde viejas formas ante nuevas formas de ser ciudadanos que se están incubando y desconocemos.