Año 7 / Edición XLI / Caleta Olivia / 04-10-2021 / ISSN 2422-7226
Por Dona y el Equipo Editor del Observador Central
Debo confesarles que el mundo de la Cultura Estética me resulta sumamente atractivo, no lo considero superficial, sino un canal de expresión para presentar nuestro cuerpo y nuestra alma como una obra de arte.
El cuidado estético dejó de ser un campo de exploración exclusivo de la mujer ( por lo menos según lo que consideraba el imaginario social), y desde hace un tiempo resulta ser algo indistinto al género y a las identidades sexuales. El querer verse bien es producto de un gusto personal, sea cual sea el género.
Explorar el sentirnos bien respecto a nuestra imagen externa tal vez implique un camino de introspección, de virar la mirada hacia uno y verse, por fuera y por dentro, para captar la esencia. Este trabajo, que comencé es un conocer nuestra representación como comunidad, también desearía que fuera un punto de partida que motive e invite a observar y leer nuestra imagen, desde la mirada del ser, si lo que veo por fuera es lo que soy por dentro.
Nuestra imagen habla por sí misma y transmite un mensaje, ya sea por la elección del outfit, los colores, el peinado o el make up. Todo configura y hace a lo que somos. A través de nuestra imagen decidimos enviar un mensaje al mundo, lo que por momentos resulta difícil es que exprese eso que queremos transmitir, y para eso debemos conocernos bien y tener en claro qué es lo que mejor va con nuestro ser e imagen.
Hago esta reflexión para conocer nuestra representación como comunidad diversa, también desde la mirada del ser, solo mirarnos sin prejuicios ni comparaciones, buscando la mirada del otro y poder observar aquello que se me escapa, la simpleza de lo que nos rodea ¡Todo! El paisaje, el clima, la gente, los sonidos, colores, texturas de las superficies. La belleza, lo estético, se capta por los sentidos.