El 4 de enero del 2016 se publicó en el diario La Nación el artículo titulado “Una ONG planea una reserva protegida para el área que contiene Cueva de las Manos”. Escrito por Loreley Gaffoglio, el artículo es representativo de la política de Conservación activada fuertemente tras la muerte de Douglas Tompkins en la Patagonia. Reproducimos el artículo en cuestión que forma parte de una estrategia del uso del espacio patagónico que busca incentivar la expropiación de sitios de interés cultural y natural por parte del Estado para transformarlos luego en lugares de reserva intangible.
(Año 2 /Edición Nro. 77/ 11 de enero 2016/ Provincia de Santa Cruz).
(Fuente Diario La Nación).
“Desde hace más de un siglo esa es la situación de La Cueva de las Manos, enclavada en el cañadón del río Pinturas, en Santa Cruz, en las 24.000 hectáreas de pura estepa patagónica de la estancia Los Toldos. El sitio arqueológico, al que se accede por la ruta 40, nunca fue expropiado por el Estado, a pesar de haber sido declarado en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Los proyectos en ese sentido quedaron siempre en la nada por «falta de presupuesto, desidia y desinterés estatal», aseguran los locales.
Pero hoy, algo de su situación cambió: ese excepcional reservorio de arte rupestre, vestigio artístico y presuntamente ritual de los cazadores y recolectores que, entre 11.000 y 9000 años atrás imprimieron sus manos y pictogramas sobre los aleros de roca volcánica, cuenta con nuevos «dueños». Y, según afirman aquí, también con mejores perspectivas para su conservación: la Fundación Flora y Fauna Argentina (FFA) adquirió el 4 de noviembre pasado, por un valor de US$ 3,5 millones la estancia Los Toldos, dentro de la cual se halla la Cueva de las Manos. Su objetivo -aseguraron fuentes de esa ONG a LA NACION-, es la preservación y puesta en valor del área para convertirla en una gran reserva protegida, a la que en un futuro se le irán anexando otros terrenos.
La FFA le compró la estancia a la familia Molina, oriunda de Caleta Olivia, gracias a los aportes de un donante suizo, quien desembolsó la totalidad del valor. La operación se cerró apenas el inmueble salió a la venta para alejar la exploración minera ya que además de la Cueva de Las Manos, Los Toldos contiene otros 89 sitios arqueológicos, esparcidos por la inmensidad de la estepa patagónica.
La operación se cerró apenas el inmueble salió a la venta para alejar la exploración minera ya que además de la Cueva de Las Manos, Los Toldos contiene otros 89 sitios arqueológicos, esparcidos por la inmensidad de la estepa patagónica.
«Estamos en el inicio de la etapa de relevamiento. Nuestra prioridad es la protección de todos sus yacimientos arqueológicos y alejar la actividad minera que opera en la zona a cielo abierto, lo que supone un serio riesgo de contaminación. La restauración ecológica viene después», enumeró la bióloga Sofía Heinonen, de FFA.
«Sabemos que el área fue sometida a mucha presión por los herbívoros. Nos interesa resguardar la presencia de endemismos (especies de flora y fauna que solo habitan ese lugar), y de un tipo de ecosistema cuya muestra no está lo suficientemente representada dentro de las áreas protegidas».
Heinonen, quien además es presidenta de CLT (la ONG de Conservation Land Trust de la familia Tompkins), aclara que la FFA es una iniciativa conservacionista íntegramente argentina. «Las recomendaciones de Parques Nacionales enseñan que hay que preservar una porción basta de cada ecosistema -dice-. La estepa patagónica está injustamente muy subvaluada. Por la gran desertificación que afecta al 40 por ciento del país necesita conservarse con altos estándares ambientales junto a su fauna autóctona: chinchillones amarillos, choiques, guanacos, pumas, zorros, una especie de gallineta cuya presencia certera desconocemos y muchos tipos de lagartijas. Luego, si es que podemos ser tan ambiciosos, deberíamos preguntarnos qué pasó con el huemul, que sobrevive a sólo 40 km de allí, en Paso Roballos, del lado chileno.»
«Se actuó rápido porque a su valor ambiental se suma el cultural, que es único. Allí pueden encontrarse herramientas líticas como puntas de flechas, raspadores de piedra que utilizaron los primeros pobladores para tratar las pieles de guanaco y de choique, punzones y raederas de más de 9000 años de antigüedad», explicó Guido Vittone, de la FFA.
En pocos días Vittone recibirá a los primeros voluntarios del interior del país para comenzar a relevar y acondicionar el terreno de ésa estancia y de otra, La ascensión, que también adquirió recientemente FFA.
Este es el segundo gran desembarco de la ONG, que atesora un total de 80.000 hectáreas de pura estepa patagónica con fines de conservación. En 2012 había adquirido las 15.000 hectáreas de la estancia El Sauco que, junto a otras tierras fiscales, conforman hoy el Parque Nacional Patagonia.
Esa área protegida, que ocupa parte de la meseta en altura del Lago Buenos Aires, fue proyectada junto a otras ONG como Aves Argentinas y Ambiente Sur para salvar una especie en peligro crítico de extinción: el macá tobiano, un ave acuática y zambullidora clave para el equilibrio ecológico de las lagunas en altura.
«Nuestro objetivo apunta a preservar un tipo de hábitat sumamente frágil que estudios de la Wildlife Conservation Society sindicaron como «irremplazable por la cantidad de especies endémicas y sus características ambientales únicas», explicó por su parte el biólogo Pablo Díaz, de FFA.
Según cuentan los locales memoriosos, en la historia de la propiedad de Los Toldos hubo al menos dos propietarios, las familias Lorenzo y Bruña, que en distintas épocas quisieron donar al Estado las 600 hectáreas delimitadas de las Cuevas de las Manos. Ese anhelo, sin embargo, nunca pudo concretarse «porque Santa Cruz se negó a enviar un agrimensor, como exigían los dueños», recordó Enrique Nauta, un prestador turístico local. «La desidia, el desinterés por el patrimonio cultural ha sido la constante, en este tema», se queja.
El desembarco de la ONG en la estepa santacruceña representa en los hechos los primeros esfuerzos de conservación en una provincia que, según sondeos de LA NACION, está poco o nada alineada con el cuidado ecológico y con la preservación de sitios arqueológicos.
Cuentan los guías turísticos que en la Cueva de Arroyo Feo, también conocida como Cueva de Altamirano (unos 50 km al sur de Perito Moreno, por la ruta 40) la minera Patagonia Gold explora, dinamita y hace lexiviación (lluvia de cianuro para separar el oro y la plata de la roca) a 1000 metros de ése sitio arqueológico. «Cuando lo denunciamos, la secretaría de Cultura de la provincia nos mandó una arqueóloga que terminó diciendo que los denunciantes éramos más peligrosos que los mineros. El problema es de raíz, y radica en que Santa Cruz es socia de la minería en cualquier lugar», se lamenta Nauta, que ve con bueno ojos que la nueva propiedad imponga una veda a esa actividad. El temor, según consignan, era que puesta en venta Los Toldos fuera alguna minera la que la adquiriera.
«Creemos en la conservación en alianza con los locales», dice por su parte el biólogo Pablo Díaz. «No haremos nada que no cuente con la aprobación de la comunidad. Aunque sabemos que será necesario hacer algo de docencia, ya que donde muchos ven una estepa árida que creen que no merece ser conservada, nosotros vemos biodiversidad y endemismos»”.
La familia Molina fue la última de los cinco propietarios que tuvo Los Toldos, una geografía sometida históricamente a una fuerte presión ganadera, primero ovina y luego vacuna. Este tipo de actividad, según fuentes del municipio de Perito Moreno, que desde hace 30 años gestiona el sitio, constituía una amenaza para la Cueva de las Manos: «Como el campo carece de alambrados, el ganado del antiguo propietario trepaba a las pasarelas que conducen a la cueva, y rompía las barandas de contención. Retiradas las vacas por los nuevos propietarios no vamos a tener más esos problemas. Nosotros sentimos que recién ahora hablamos el mismo idioma: el de la conservación», describió Marcelo Allochis, coordinador de Cueva de las Manos, conforme con el desembarco de FFA.
Si bien la ONG ha sido, en líneas generales, bien recibida por los locales, existen algunas resistencias ante la posibilidad de que Los Toldos junto con La Cueva de las Manos «tenga en un futuro un destino de parque nacional y el municipio pierda el gerenciamiento de un sitio que es un elemento identitario», dijo Carolina Ávila, de la Fundación Identidad. Otros rechazos apuntan a la conservación del puma en una provincia que se estimula -y hasta establece recompensas de $ 3000- por su caza.
«Hay claramente dos legislaciones en pugna -acota Nauta-. Una ley nacional que protege a los grandes felinos, y un problema y remedio locales que los extermina. Por eso, algunos vecinos ganaderos de la estancia Los Toldos no ven con buenos ojos a FFA, ya que sienten que su conservación del puma viene a poner en riesgo a su patrimonio.
Fuente: Diario La Nación, 4 de enero del 2016.