Pico Truncado. 18/08/14. A propósito de la obra “Las putas de San Julián” de Rubén Mosquera del teatro Cervantes, que se presentó en la Zona Norte de la Provincia de Santa Cruz.
Gracias al arte y a la creatividad, se pone en escena una verdad histórica que podría ser cuestionada actualmente: la de las “putas”, pero que sin lugar a dudas gracias a Bayer y a sus investigaciones la verdad sale a luz y puede ser conocida por gente, que incluso nativa de esta tierra, desconoce las profundidades del dolor en sus raíces. Injusticia, dignidad y verdad histórica son presentadas por el historiador Osvaldo Bayer, quien en primera persona escenifica una obra de teatro que justifica lo que él denomina como su deuda con el episodio de las “Putas de Puerto San Julián”, es que al concluir las huelgas de Santa Cruz de la década del ‘20 del siglo pasado; donde un grupo de 5 pupilas de Doña Paulina representaron la única resistencia en favor de los derechos humanos de más de 1500 obreros fusilados por el Ejército Argentino, en defensa de los intereses de los “dueños de la Patagonia” de entonces. Representados por los intereses de la Corona Británica y que fueran amparados por el Presidente Hipólito Yrigoyen.
El episodio ocurre en la casa de tolerancia o el prostíbulo “La Catalana” de Doña Paulina Rivora de Puerto San Julián, en 1922. Está basada en hechos históricos reales, en la propia biografía del historiador Bayer, quien logra introducir en distintos cuadros y escenas aspectos de la historia nacional de violación de los derechos humanos y de la tortura a las prostitutas de “La Catalana” que se negaron a brindar sus servicios a los soldados que volvían de haber fusilado a los obreros de las estancias; que, liderados por el Anarquista Soto, se habían revelado en la defensa de sus derechos laborales.
Los aspectos autobiográficos de Osvaldo Bayer. Están representados por dos talentosos actores que le preceden en edad al propio Osvaldo (uno de 40 y otro de 80 años). Ambos actores interaccionan con el Bayer real, quien inaugura la obra, contándole al público su deuda con el episodio que en la época de filmación de la película la “Patagonia Rebelde”, debió quedar fuera del film por considerarlo la dictadura un acto no moralmente presentable. Osvaldo Bayer comienza la actuación enfrentando amigablemente a la muerte que lo invita a retirarse de esta vida y a la que él se niega a no ser hasta los 99 años de vida. El historiador devenido en actor de primera categoría, referencia su pasión por la verdad histórica absorbida del seno familiar y para ello logra mágicamente la presencia de su joven madre en un diálogo en el que esta le refuerza sus convicciones en la justicia y la verdad; pero el amor también pasa revista al propio amor de su adorada Marlene, con quien baila en una escena de cariño interminable.
Las denuncias. A lo largo de las distintas intervenciones del propio Bayer en sus interacciones con sus dobles de distintas edades, cruza todo el Siglo XX de la historia de los derechos humanos en una perspectiva en primera persona. Bayer logra transmitir también sus propios dolores acarreados en su vida por buscar la verdad histórica, logrando repasar desde su exilio hasta su reciente persecución judicial que atraviesa en un millonario juicio por parte de los Martínez de Hoz, por haber revelado el rol histórico de esta familia desde la colonia hasta la dictadura en la República Argentina.
Las putas de San Julián en escena. En no más de 100 minutos, la obra instala una serie ideas centrales de la historia nacional en la que denuncia la tortura y prisión de esas 5 mujeres (Consuelo, Amalia, María, Angela, Maud) que sin nombrar una sola vez la palabra “derechos humanos”, proyectan su decisión de no brindar sus servicios a los asesinos de los trabajadores, expresando: “Pero Sr… Ellos vinieron con las manos manchadas de sangre…!”. En distintas escenas, las talentosas actrices, muestran sus cuerpos en ropa interior de época, escenas cotidianas de vivir en el prostíbulo, de sus diálogos sobre el amor, el cariño y las circunstancias de la vida que las han llevado a ser “putas”; asimismo, van gradualmente tomando conciencia que esos peones que les brindaban cariño cada vez que bajaban desde las estancias, habían sido fusilados por el propio ejército Argentino. De esta manera, en un pacto de mujeres resuelven no brindar sus servicios a los soldados y como consecuencia de esto, son torturadas sistemáticamente hasta ser deportadas. Con escenas individuales de las actrices, en que el cuerpo de las mujeres es obscenamente vejado por los torturadores, sorprende a un público -poco acostumbrado al teatro de calidad- a lograr escenas que en ningún caso pueden ser leídas como morbosas.
¿Y los derechos humanos de las Putas? Sin duda la obra “Las Putas de San Julián” atraviesa los derechos humanos de todo el Siglo XX y, especialmente, logra hacer un homenaje a esas mujeres que por entonces se revelaron a la muerte injusta que el poder político y económico ejerció ante el silencio absoluto de una sociedad. Fue entonces cuando recordé la importancia de la Ley de trata de personas, que ha permitido evitar injusticias para impedir que mujeres comunes sean vejadas en contra de su voluntad por inescrupulosos protectores de intereses políticos y económicos, que todavía pululan por el país ejerciendo la prostitución forzada y esclava como forma de hacer fortunas.
Pero también recordé que esta obra de teatro podría servir para hacer pensar acerca de las cientos de putas actuales que viven y transitan diariamente por nuestras calles de Santa Cruz; que siguen ejerciendo voluntariamente la prostitución y que han sido llevadas a la clandestinidad absoluta por la propia política de Estado. Hoy la prostitución como hecho histórico y social representa además un problema de salud pública y de desigualdad de género. En términos de este último, el episodio pone en evidencia un antecedente a favor de los derechos ciudadanos de la mujer. Es decir, que no solo hablamos del rol de las prostitutas y cómo defendieron y honraron a los 1.500 obreros, sino que también hacemos referencia al rol de la mujer ante una sociedad que las oprimía en sus acciones y, además, en su ideología. Ya que estas mujeres, las 5 prostitutas de “La Catalana”, no dudaron un segundo en defender sus valores y actuar en consecuencia.
La prostitución puede ser vista por algunos como un No trabajo si no hay dignidad en el desarrollo personal de la mujer. La baja autoestima, las condiciones de pobreza y la falta de oportunidades, se convierten para los explotadores en condiciones necesarias que les permiten entrar en un negocio rentable y de baja inversión. “No existe verdadera Democracia en un Estado si sus ciudadanos son tratados como mercancías”, sostenía Virginia Wolf. Otra perspectiva admite que ser puta es un oficio, como cualquier otro, en donde una mujer ya sea por gusto o necesidad percibe una retribución económica a cambio de un servicio. Más allá de la controversia, la obra personificada por Bayer, muestra por sobre todo el aspecto más humano de estas mujeres “¿Cómo es posible que haya ética en un lugar como estos…”. Es decir, Bayer rescata, desde la historia silenciada de ellas, algo que no se encontró en otros lados en ese momento: humanidad.
Nota del Editor