Los pueblos sin historia no tienen identidad. La identidad se construye: se construye con el tiempo, con relatos, con vivencias, pero fundamentalmente, por una comunidad que lucha por reconstruir el pasado, por vivir el presente y mirar hacia el futurocon memoria y compromiso histórico. “Punta de rieles”, actualmente denominada como Las Heras, nació a la vera del ferrocarril como otras tantas comunidades; símbolo de cultura y de pasado, el ramal ferroviario le ha otorgado además de un eje para construir su identidad, valores en torno al progreso y un estímulo para afianzarse en el territorio. En este artículo recordaremos el surgimiento de la comunidad,a la vez que reflexionaremos sobre la influencia del ferrocarril en tanto elemento favorecedor en la constitución de identidades. Pero las políticas de Estado, el avance de la tecnología y la comunicación, y los nuevos contextos han llevado al tren a ser parte del pasado, un resabio en el presente y promesas del futuro.
(Año 1 /Edición Nro. 29 /19 de Enero 2015/Las Heras) Parece reiterativo, pero pocos toman dimensión de lo importante que ha sido el ferrocarril para el crecimiento de nuestros pueblos. En él, no solo se ha depositado esperanzas de progreso y de integración entre comunidades, sino que también es posible hablar de la configuración de identidades y modos de vida que han trascendido hasta a la actualidad, pero que en algunos casos, igualmente, han quedado en el olvido. Representante de un pasado que deja huella, ha forjado la historia, la economía y la cultura de las comunidades en pos de un crecimiento interno, o bien, en el abandono absoluto por la declinación de su actividad. Ahora bien, esto último no ocurrió con Las Heras, la cual creció paralelamente a las vías férreas, convirtiéndose en el “punta de rieles” y en un lugar estratégico para integrar a toda la región.
Las Heras: una aproximación histórica
Conocida como “Punta de Rieles”, entre otros nombres, tales como “Rastro de Avestruz”, “Parada 283”, “Colonia Gral. Las Heras”, etc., esta comunidad surgió siendo testigo del crecimiento del ferrocarril; el mismo favoreció la ocupación de los campos casi desiertos y la integración de los extensos territorios patagónicos, en donde por aquel entonces a comienzos del siglo XX, aún predominaba la idea de consolidación de un Estado-Nación a través de una identidad colectiva, de un desarrollo económico y de una soberanía Nacional.
De este modo, en el contexto de creación de los territorios nacionales y con la finalidad de explotar los recursos de la región, tales como la ganadería ovina, la construcción de las vías férreas para esta comunidad no fue azarosa. Es así que se planea dicha construcción, comenzando en la Colonia Pastoril de Puerto Deseado y llegando al Lago Nahuel Huapi, con el objetivo no solo de obtener agua para las poblaciones que se estaban formando en torno al avance del ferrocarril, sino también para obtener este recurso hídrico para el funcionamiento de las locomotoras que en aquel entonces eran a vapor.
En este sentido, mediante un decreto de la Nación firmado por el presidente Hipólito Yrigoyen, el 11 de julio de 1921 se crea a Las Heras como Comisión de Fomento; mientras que su “crecimiento” en años posteriores se debía a la explotación del ferrocarril que permitía por un lado, transportar grandes cantidades de lana de las estancias y sus alrededores, y por el otro el mineral procedente de la zona de Chile Chico; junto el posterior auge de la actividad petrolera, han hecho que no solo Las Heras se constituyera como municipalidad mediante el decreto 21.996 expediente 6786/50 el 13 de octubre de 1950, sino que también fuera símbolo de una contradicción entre la riqueza de sus recursos naturales y la inequidad y desigualdad social que han predominado a lo largo de la historia en la comunidad.
Próximo destino…Estación Las Heras
El ferrocarril fue un componente sustancial no solo para integrar y ser una vía de comunicación entre las diversas comunidades, sino también para construir una cultura y una identidad en torno a la actividad ferroviaria. De este modo, se inaugura en el año 1910 la Estación de nombre homónimo a la comunidad, con el objetivo de formar parte del Ferrocarril Patagónico, el cual unía en un comienzo Puerto Deseado y Colonia Las Heras, con la finalidad de extenderse hasta el Lago Nahuel Huapi.
De esta manera, y como mencionábamos en ediciones anteriores, el objetivo de este ramal no sólo era lograr una comunicación que integrara a las comunidades de la Patagonia, sino también favorecer el transporte de los productos cordilleranos hacia los puertos, así como también lograr la consolidación de un Sistema Ferroviario Nacional. Asimismo, en el año 1927, el diputado Guillermo Fonrouge proponía mediante un proyecto la unión de Las Heras con la Estación de Holdich, constituyéndose en un nexo con el sistema ferroviario central.
Pero todo esto solo fueron iniciativas, palabras y proyectos inconclusos que no llegaron ni siquiera al Congreso de la Nación. Finalmente, para el año 1930 la Estación de Las Heras ya se encontraba clausurada, mientras que las actividades del ramal cesan en 1978 por acción del último Gobierno Militar.
Varias son las comunidades Patagónicas que crecieron en torno al ferrocarril; pero a la vez, muchas quedaron abandonadas con su desaparición, relegadas a simples estancias, o a recuerdos de un tiempo prometedor de crecimiento, integración comunitaria y un desarrollo estratégico del territorio; tal es el caso de las estaciones Pampa Alta, Antonio de Biedma y Tehuelches, en donde en la actualidad pocos son los registros que quedan de un pasado en donde la cultura ferroviaria configuraba identidades, modos de trabajo y comportamientos en cada uno de los habitantes de la región.
Ahora bien, tampoco hay que buscar posturas simplistas que responsabilicen exclusivamente a la existencia o no del ferrocarril sobre el desarrollo de los pueblos; más bien, estos han sido instrumentos del mismo. Las Heras, con un pasado fructífero testigo de la explotación de la ganadería ovina, y con el posterior auge de las actividades extractivas, más precisamente del petróleo, ha sido contrariamente, una comunidad en donde han predominado la inequidad, la exclusión social, y la ausencia de verdaderas políticas de progreso. De este modo, no son las máquinas, sino las políticas de Estado y las personas quienes debemos velar por el desarrollo de nuestras comunidades así como también por el sostenimiento de la tradición, la cultura y la identidad, las cuales nos permiten trascender a lo largo del tiempo y fortalecernos como comunidades.
Por Nerea Tinedo para Observador Central