Año 7 / Edición XLIV / Caleta Olivia / 25-10-2021 / ISSN 2422-7226
Por el equipo del Observador Central
Los delitos tecnológicos cobran más y más víctimas cada día, hemos relatado con bastante frecuencia los delitos contra las cuentas sueldo de varias personas en la provincia y perteneciente a diferentes entidades bancarias.
Este tema nos compete ya que mucho se habla de un origen de ellos, los delitos, principalmente cómo uno de los conflictos más difíciles de abordar es el del anonimato. Se puede afirmar que el poder que genera esta situación fue creciendo paulatinamente y sembrando oscuridad en las formas de interacción común en el llamado “ciber-espacio”. A través de los años este espacio (virtual) comenzó a ganar terreno hasta formar parte de la vida cotidiana de los ciudadanos. Hoy es cada vez más difícil mantenernos informados sin el uso de las redes sociales y nos vemos orillados a su uso para realizar muchas actividades de la vida cotidiana, como pagar una cuenta. Los desarrollos y avances tecnológicos no son malos ni obstaculizan la vida, el uso que hacemos de ellos, las formas de relacionarnos sea por la apertura para conocer más o la negativa de hacerlo es lo que tiene consecuencias.
Uno de los primeros delitos a los cuales nos vemos expuestos en este ciber espacio es el bullying, ese que mutó de un reducido grupo de jóvenes que se creían superiores y que en nombre de las bromas y la diversión acosaban a otro más débil, a lo que hoy conocemos como ciberbullying:
Existen muchas formas de Ciberbullying, pero algo tienen en común y son los roles típicos:
La persona acosadora: normalmente, por problemas de autoestima, necesita manifestar su poder humillando a otros u otras.
La víctima: es quien sufre la humillación y/o discriminación.
Los y las espectadoras: son quienes ven la agresión desde fuera.
En Internet, quienes comparten y potencian la información difamatoria, por más que no sean quienes la producen, también están participando de la agresión. – De la misma forma, cortar el círculo de la humillación también es una forma de ayudar. Si somos testigos de una situación en la web que nos parece agresiva, debemos denunciarla y desalentar su difusión, siempre de forma respetuosa, sin responder con el mismo odio o violencia.
Estos perfiles que acabamos de ver no son fijos, es decir, que alguien que está en el rol de acosador/ a puede en otro momento estar en el lugar de la víctima o en el de espectador/a, o a la inversa. Además, tengamos en cuenta que las consecuencias negativas del ciberbullying no son únicamente para la víctima (que obviamente es quien sale más dañada), sino también para quienes acosan y sus cómplices ya que todo lo que un usuario publica en la red quedará asociado a su nombre y a su identidad digital. Es decir que al producirse en Internet, el acoso se vuelve un sello que perdurará en la reputación online del usuario en el presente y en el futuro.
Aquí es donde comenzamos a conocer la característica y diferencia entre Ciberbullin y bulling: La viralización, es decir, cuando algunos contenidos comienzan a ser compartidos rápidamente por distintos usuarios, llegando a personas que se encuentran fuera del círculo conocido de los involucrados, esto puede derivar y potenciarse por dos características:
La falta de empatía y la falsa sensación de anonimato que pueden provocar que personas que no acosarían a otras en forma personal, sí lo hagan en el mundo virtual, ya que al estar mediados por una pantalla no pueden registrar el efecto de la discriminación en el otro. Por eso, es importante detenerse a pensar si lo que se hace pensando que es “un chiste” o que “es gracioso”, no puede estar causando un daño y un sufrimiento. Otra manera de detectar si lo que estamos haciendo puede ser dañino, es pensar cómo nos sentiríamos si nos tocara ser el objeto de este “chiste”.
Estos temas deberían ser parte de las charlas cotidianas en los domicilios y en la escuela, los espacio en los que interactuamos de forma cotidiana porque formamos parte de una sociedad que comparte una heterogénea mirada sobre cómo vivir la vida, y el desarrollo de la tecnología nos trajo nuevas formas de relacionarnos, es una obligación y responsabilidad como ciudadanos informarnos y cuidarnos entre todos, por ello algunas recomendaciones ante los delitos informáticos de los cuales podemos ser víctimas todos:
¿Qué hacer ante un delito informático?
NO BORRE No borre, destruya o modifique la información que posea en su computadora relacionada al hecho. Recuerde que siempre, la integridad de la información es vital para poder seguir adelante con las causas penales que se inicien.
NO REENVÍE Nunca reenvíe los mensajes (correos electrónicos) constitutivos del delito. DENUNCIE Realice inmediatamente la denuncia ante la dependencia policial más cercana a su domicilio (comisaría de su barrio en cualquier lugar del país). Recuerden que tienen la obligación de tomar su denuncia.
GUARDE A los fines de resguardar correctamente la prueba, una vez realizada la denuncia, proceda de la forma en que el investigador le indique.
¿Dónde denunciar?
División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal Argentina Cavia 335 1º, Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel. 4800-1120/4370-5899 delitostecnologicos@policiafederal.gov.ar
En la Provincia de Santa Cruz si recibiste un mensaje sospechoso comunícate a la sección tecnológica Zona Norte PSC al 02966 612902